Fray Antonio Tello en su “Crónica Miscelánea de la Sancta Provincia de Xalisco”, es quien da cuenta de la batalla que hubo entre los indígenas de Bahía de Banderas y los españoles, relata Crescenciano Flores Alvarado:
Al acercarse a la bahía de Xiutla, como se llamaba antes a la Bahía de Banderas, Francisco Cortés les había enviado mensajeros a los indígenas para que se rindiesen, pero los éstos se negaron a ello y le mandaron decir que se los comerían vivos, luego los guerreros estaban hablando sobre cómo acabar con los extraños que iban hacia su tierra, cuando vieron a los españoles que entraban por lo alto de la sierra hacia el valle, entonces aprestaron sus arcos, macanas y dardos arrojadizos, iban con los cuerpos pintados de bermellón, llevaban una banderilla en la mano y otra que iba en la caja donde guardaban las flechas, eran de diversos tamaños y colores que era muy hermoso verlas, iban con flautistas y tamborileros muy emplumados, los indígenas llevaban collares de coral y brazaletes, así como, una bolsa en la espalda y cascos con plumas de papagayos de colores verdes y rojos, usaban caracoles grandes que servían de trompetas que hacían una “horrible vocería”, así dice Fray Antonio Tello y avanzaron hacia los españoles dando un visión graciosa y a la vez de espanto, de ver los españoles a más de veinte mil enemigos que tenían adelante, dispuestos a dar guerra.
Entonces el capitán de la expedición Francisco Cortés de Buenaventura, viendo el avance del ejército indígena queda intimidado y se desmaya. Ya repuesto dice palabras cobardes a sus soldados y capitanes que escribió Tello así: “Señores y caballeros, paréceme que somos muy pocos para tanto enemigo y que para cada soldado hay más de mil indios, tengo por muy dudoso entrar, ni ganarles su pueblo y es cierto que nos han de acabar, mejor será que nos volvamos y no morir y acabar entre tanto enemigo.”
Al oír tales palabras los soldados y caballeros se rieron y es entonces que Ángel de Villafaña le reprocha, (Crescenciano lee una cita de la obra de Tello): “Señor Capitán, ¿ahora es tiempo de decir esas razones y desmayar? ¿Qué cosa es volver las espaldas a tan vil gente? ¡No muestra Vuestra Merced ser Cortés! Si quiere Vuestra Merced volverse, vuélvase, que por vida de Ángel de Villafaña, que han de decir, “Aquí los mataron peleando y no han de decir, Aquí los mataron huyendo”, y así Vuestra Merced se anime, que aquí hemos de acabar o vencer como valientes españoles…”
Y viendo Villafaña que el ejército indígena traía tantas banderas le dijo entonces a Francisco Cortes que ellos también traían banderas que mostrar : “Vuestra Merced se ponga con Dios y pongamos orden en nuestro campo y armas, que es lo que hace al caso, y no se espante de ver tanta bandera, que son de viento; échense también banderas de nuestra parte y sea luego.”
Entonces Francisco Cortés ordenó que se mostraran los estandartes, cuatro que eran reales, además de uno de Damasco que era blanco con una cruz carmesí por un lado que decía: “En esta Vencí, y el que me Trajere, con ella Vencerá” por el otro lado tenía la imagen de la “Concepción limpísima de Nuestra Señora” que decía: “María Mater Dei, Ora Pro Nobis.” Así los españoles marcharon hacia el pueblo indígena con tambores y clarines.
Los indígenas se abren en dos columnas, una hacia la sierra y otra “hacia la mar que estaba zerca”, según el relato de Fray Antonio Tello, los españoles enarbolan el estandarte de Damasco y con sus resplandores es que se rinden los de la costa. Entonces viendo esto los ejércitos de la sierra se lanzaron contra los españoles, éstos mandaron a los lanceros y a la caballería, táctica con la que hirieron y mataron a muchos indígenas que terminaron por retirarse, pero solo para preparar un segundo ataque más feroz, entonces Cortés ordenó disparar las armas de fuego, que hicieron mucho daño en los indios, los que terminaron por retirarse a la montaña.
Los españoles pasaron la noche en Tintoc donde les dieron aposento los indígenas “marítimos”. Al día siguiente, Domingo de Lázaro, después de dar misa en una pirámide, pusieron una cruz sobre de ella y que fue la primera que se enarboló en el valle y al pueblo lo llamaron San Lázaro, por ser Domingo de Lázaro.
A media mañana llegaron más guerreros de la sierra a dar batalla a los españoles, porque habían hecho la paz con los del mar, entonces Cortés de Buenaventura junto a veinte jefes de la sierra con veinte de los de mar para que hicieran las paces cambiando armas, y así fue. Termina su relato Fray Antonio Tello diciendo que los españoles llamaron a estas tierras “Valle de Banderas”, por haber salido los indios “de aquélla provincia” con ellas, nombre que ha perdurado hasta nuestros días.