* “Cada rincón de nuestro municipio tiene algo que contar, algo que nos llena de orgullo y no debe olvidarse, porque es parte de nuestras raíces.” Rafael Cervantes Padilla, presidente municipal de Bahía de Banderas.
“A los ocho años ya eras hombre, así que me llevaba la carreta con la carga hasta Puerto Vallarta”, comenta Ramón González, quien hoy ya es una persona mayor, pero que vivió los tiempos de la hacienda de los Maisterrena, donde estaba la casa Carranza que compraba productos agrícolas de la región para enviarlos a las grandes ciudades del país.
Seis años antes de que naciera Ramón González, habían declarado a Las Peñas, municipio con el nombre de Puerto Vallarta, que si bien no tenía vía férrea, tenía una creciente actividad económica debido a la producción agrícola de la región de la costa sur de Nayarit, un Estado también recién creado en 1917.
Cuando Ramón tenía apenas un año de edad, se fundó la compañía Montgomery, encargada de la producción de plátano que exportaba hacia los Estados Unidos, eran los tiempos en que los americanos veían a los países del sur como “repúblicas bananeras”.
En México La revolución había concluido formalmente, el grupo Sonora con Obregón ya como Presidente de la República al frente, había llegado al poder, pero el reparto agrario que había sido el motivo de la lucha armada de Emiliano Zapata, no se había hecho aún realidad, las haciendas seguían operando, dueñas de casi todo el territorio nacional.
Había haciendas muy grandes, dicen que cuando le preguntaban al latifundista Terrazas que si era de Chihuahua, él contestaba “Chihuahua es mío”. La hacienda de los Maisterrena no era de las grandes, abarcaba desde La Peñita de Jaltemba hasta San José del Valle. Tenía su tienda de raya en la que los trabajadores empeñaban su vida, ya que obligadamente compraban lo que necesitaban para subsistir, pero quedaban siempre a deber dinero, de manera que por esa deuda estaban atados a vivir trabajando para el hacendado.
Yo nací y me crié en El Colomo el 31 de agosto de 1924, mi padre fue Natividad González Tapia y mi madre Candelaria González Hernández, dice Don Ramón González y continúa su relato: cuando se hizo el ejido no hubo balazos, lo único que hubo que el General Lázaro Cárdenas dio amplitud para que todos los campesinos ya no fueran esclavos del rico. A mi todavía me tocó trabajar con el rico de ahí, yo era caponero, me iba en la mula y acarreaba la cosecha desde El Colomo hasta Puerto Vallarta, la llevaba a la casa Carranza, llevaba tabaco en 30 mulas que tenía el hacendado. Empecé a trabajar desde los 8 años, porque a esa edad ya eras hombre.
La hacienda era de los Maisterrena, mi padre trabajaba en el campo y mi madre estaba en la casa con nosotros. La casa estaba en El Colomo donde ahorita es la casa de Paulo Peña, desde el cuadro (plaza) al lado de donde el sol sale, una cuadra, la casa era de palma real de esa cortita y palos.
A los hombres les pagaban un peso a la semana el sábado y una boleta de 5 pesos para que fuera entre semana para seguir pidiendo en la tienda de raya, un peso de raya era todo lo que daba la hacienda. La tienda de raya estaba donde está una escuela, frente al cuadro. Del casco de la Hacienda ya no hay nada porque se cayó porque era de adobe, pusieron la aserradora y un dínamo muy grande con el tiempo empezó a hacer libramiento a la tierra que empezó a rajarse y se cayó, de la hacienda quedan unas casas a un lado del cuadro.
A los once años ya me podía subir a la mula y yo iba adelante de todos, salíamos de El Colomo y hacíamos más de un día, pero no alcanzábamos a llegar a Vallarta, había veces que nos quedábamos en La Mojonera y a veces nos quedábamos en el Pitillal, el que llegaba primero se quedaba en La Mojonera y nosotros entonces seguíamos al Pitillal, finalmente llegábamos a la casa Carranza, se llamaba así porque Don José Carranza compraba el Tabaco y lo que le lleváramos, lo aventaban al barco ya hecho bultos grandes y sabe Dios a donde se llevaban eso, ya no supe.
A mí me pagaban 50 centavos el sábado, un tostón de dinero y lo demás de boleta que eran 2 pesos con 50 centavos y lo gastaba en la tienda de raya, compraba comedera para llevarle a mi madre porque quedamos tres de familia. De mi padre quedó sepultado en el Valle porque nomás ese panteón había y mi madre murió en Mexicali, porque se fue siguiendo a una hermana y nomás llegó hasta allá, porque para entrar a Estados Unidos ya no pudo pasar y ahí quedó en el panteón de El Centinela.
Cuando se hizo el ejido fue en 1937, no nos toco tierra porque nos fuimos a La Peñita y de ahí a la Puerta de la Lima, ya estaba más grande yo cuando nos retiramos de ahí, nos fuimos como en el 40. Cuando se hizo el ejido la gente estaba gustosa porque de darles un peso, pedían lo que querían de dinero y ya no había boletas ni nada porque se acabó la tienda de raya, sí señor, así fue.
En 1960 me fui a Estados Unidos, pero primero me fui a Ciudad Obregón a lograr la carta de migración, trabaje en Valle Imperial con un Ruso, ahí empecé a sembrar ajo, enseguida la lechuga, trabaje desde el 1 de septiembre hasta los últimos de julio, concluyó su relato don Ramón González.
Actualmente Don Ramón vive en El Colomo, donde se conservan hasta nuestros días, algunos edificios de la antigua hacienda “frente a unos tamarindos que están en la plaza”, los que como mudos testigos quedaron de los tiempos de resplandor de la Hacienda de los Maisterrena.