Celso Francisco Enríquez García sacó .139 de alcohol en su cuerpo, todo el tiempo se quejó de su retención, “ni que fuera bandolero”.
Por Mauricio Lira Camacho
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Desde que llegó, armó show.
Fue este pasado fin de semana, a las 2 de la mañana, que ingresó al módulo de alcoholímetro, luego de haber dado positivo en la primera prueba.
Fue retenido, hasta que pagó su multa, el señor Celso Francisco Enríquez García, quien obtuvo .139 de alcohol.
De inmediato, lanzó insultos y su coraje era evidente, así como su grave estado etílico.
“Me vale que me agarren borracho, díganme cuánto es para pagar la multa, lo que me sobra es dinero”, vociferaba en todo momento.
Amenazó a personal de los agentes de tránsito, quienes implementaron el operativo anti alcohol en avenida México, frente al Rastro Municipal.
García es una persona ya mayor, era evidente su embriaguez, fue agresivo al principio, al grado de retar al agente encargado del operativo de cada fin de semana.
“Que me agarren ustedes y cuántos más”, inquiría.
“Me agarran, ni que fuera bandolero”, decía a los presentes.
Fue de los primeros en caer retenido en este operativo.
“Dinero me sobra, díganme cuánto es de multa”, gritaba.
En cuestión de minutos, luego de las llamadas personales mediante su teléfono celular, logró que uno de sus hijos se trasladara del hogar hasta el Rastro.
Su actitud denotaba agresividad, la cual fue calmando poco a poco, luego que el agente, Juan Villalvazo, le explicó que mientras el señor padre siguiera agresivo, las cosas se complicarían, principalmente por las amenazas lanzadas.
“Mi señor padre está en un momento de nostalgia, por la pérdida hoy hace 6 años de su esposa mi señora madre, por eso tomó alcohol”.
Respetamos esta lamentable situación, pero el señor está ebrio y salió a manejar así, respondió el agente de tránsito encargado del operativo anti alcohol.
En un momento dado, cuando los ánimos se habían calmado, el padre sacó su cartera llena de billetes y se los aventó a su hijo, para que pagara la multa y se pudieran retirar.
Así fue, de nada valieron las suplicas del hijo al agente de tránsito, ni por la pena ni nostalgia del señor, “este venía ebrio, manejando y cometió un delito”, fue la respuesta tajante del representante de la ley.