El principal problema que generan es que no pagan impuestos y afectan al comercio establecido
Por Mauricio Lira Camacho
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Jorge Quintero es el titular en el área de Reglamentos y nada ha hecho para frenar a los vendedores ambulantes, llamados “piratas” principalmente en el centro de Puerto Vallarta.
Las críticas que pesan sobre estos trabajadores quienes ofertan diversos productos sin los papeles de permiso necesario, proliferan por todos lados en este destino.
Empero la autoridad municipal, empecinada en plasmar que todo está bien, deja pasar por alto las demandas de los comerciantes y vendedores establecidos, quienes señalan este tipo de actividad es “pirata”, pues no paga ningún tipo de impuesto y lo que es peor, no se les hace nada.
Un señor de casi 40 años de edad, tiene meses vendiendo juguetes de madera, los cuales tiene guardados en su mochila y los muestra a los peatones quienes esperan en la parada del camión o caminan sobre la banqueta con el temor de que sea sorprendido por algún inspector.
Sin embargo, estos normalmente son vistos con frecuencia con los autos oficiales estacionados en las tiendas OXXO.
En el área de reglamentos no hay indicio ni directriz de querer hacer bien las cosas para mantener un equilibrio y control de los vendedores ambulantes que inundan las calles en el primer cuadro de la ciudad.
Cabe destacar que el comercio ambulante es el término empleado para describir una actividad comercial no afincada territorialmente en un lugar determinado; es ejercida por una persona o por un número reducido de personas (generalmente vinculadas por parentesco o por amistades preexistentes) que intercambian productos por dinero en efectivo del cliente y comprador, sin que intermedie comprobante alguno o seguro por las transacciones realizadas.
Los productos se dirigen principalmente al consumo de personas que habitan en lugares diversos, o bien en movimiento o asistentes a centros de atracción coyuntural o usuarios de establecimientos de prestación de servicios.
Debido a su calidad de informal y su considerable expansión en distintos lugares públicos de la ciudad, esta actividad es vista por ciertos sectores de la sociedad como problemática y molesta.
Sin embargo, los bajos precios y el fácil acceso a distintos productos que ofrece el buhonero hacen de él una alternativa rentable y eficiente para gran parte del mercado consumidor.
El vendedor ambulante “pirata” en la actualidad es muy criticado, ya que este no está en la obligación de abonar impuestos como las empresas o negocios. Por ello, hay una constante lucha entre la economía formal e informal.