Sólo faltan 52 días para que Emilio González Márquez, Gobernador de Jalisco, deje su cargo como Mandatario estatal. Son también los días que le restan para cumplir promesas que, en su momento, anunció anteponiendo el júbilo y el orgullo de un laguense pródigo que llegaba a la cúspide de su carrera.
Ya es remoto aquél marzo de 2006 cuando al asumir su mandato le pidió al Instituto Federal de Acceso a la Información que preparara un reconocimiento porque iba a convertir a Jalisco en la entidad más transparente de México.
Luego prometió los mejores Juegos Panamericanos de la historia. Pero si esos Juegos son memorables hasta hoy, no es por las justas deportivas y los beneficios que trajeron a Jalisco. Serán recordados por polémicas, endeudamiento, instalaciones defectuosas y «elefantes blancos» que hoy nadie habita ni usa.
González Márquez se despide del 2012 y de los últimos dos meses de su Administración con otra promesa incumplida: no fue el tercer Presidente de la República panista como lo vaticinó cuando su partido aún no lanzaba los dados para elegir candidato presidencial.
El gobernador de la macrolimosna, del «asquito» ante los homosexuales y de las telenovelas para promover a Jalisco, se despide con algunos asuntos en el tintero y en un contexto de crisis para su partido que ha pasado de 34 mil 801 miembros activos a 17 mil 187 sólo en la entidad.
El guardían del último bastión panista se despide entre promesas incumplidas.