Enfermedad renal se agrava por pobreza

El impacto es mayor en gente sin seguridad social, afirman.

El panorama para los 9 millones de mexicanos que padecen insuficiencia renal crónica —129 mil de ellos en estado de gravedad— es desolador.

El problema se complica aún más para quienes carecen de seguridad social, pues se enfrentan a tratamientos caros y carencia de nefrólogos.

Sergio Hernández, médico nefrólogo del Instituto Nacional de Cardiología (INC), asegura que muchas personas, sobre todo de escasos recursos, no reciben atención oportuna y de calidad y acaban por morir en sus casas.

“Los atendemos en el hospital, les recetamos su tratamiento, pero al no poder adquirir las medicinas o las bolsas para dializarse en sus casas, que tienen un costo de 6 mil pesos al mes, optan por terapias más pobres que derivan en un fallecimiento”, explicó el especialista.

Al celebrarse el Día Mundial del Riñón 2013, no sólo pacientes con esta enfermedad y sus familiares han pedido al gobierno federal que los tratamientos de hemodiálisis, diálisis y trasplantes de riñón sean cubiertos por el Fondo de Gastos Catastróficos del Seguro Popular, sino hasta los propios secretarios de Salud estatales, durante la última reunión del Consejo Nacional de Salud.

Esta solicitud, de acuerdo con los responsables de este esquema de protección social, no podrá ser cumplida, ya que tan sólo cubrir la atención de los 64 mil pacientes con insuficiencia renal crónica afiliados al Seguro Popular y que no cuentan con IMSS o ISSSTE, implicaría gastar 9 mil 200 millones de pesos por año.

Esa cifra, explican, representa todo el dinero destinado al Fondo de Gastos Catastróficos para atender las 20 enfermedades más caras en el país, por lo que de usarse para hemodiálisis y diálisis, ya no se atendería a pacientes con cáncer o con VIH-Sida.

Daño irreversible

Durante la administración del ex presidente panista Vicente Fox Quesada, las terapias sustitutivas fueron cubiertas en Sinaloa por el Seguro Popular, pero a los pocos meses de aplicarse se determinó cancelar la atención porque representaban un alto costo.

Adicionalmnete, el país cuenta con un déficit de nefrólogos, ya que sólo hay 900 en toda la República.

José Roberto Uribe es una de las pocas personas afortunadas que recibieron un trasplante a causa de una insuficiencia renal crónica. Su papá tuvo que donarle un riñón para salvarle la vida.

Los especialistas estiman que para más de la mitad de las 129 mil personas con insuficiencia renal crónica, su última opción para prolongar la vida es un trasplante renal, pero, a falta de donadores cadavéricos, se ha optado por la donación viva. Tan sólo el año pasado se realizaron 2 mil 450 trasplantes de riñón.

José Roberto, de 20 años, es atendido en un hospital del IMSS, gracias a que tiene seguro por la Universidad Autónoma del Estado de México. Se siente afortunado porque, a pesar de que conoció a mucha gente sin seguridad social que no tenía dinero para atenderse, recibió tratamiento adecuado.

“Esta enfermedad es muy cara, estamos hablando de 8 mil a 12 mil pesos mensuales; si no tienes seguro, es inalcanzable”, relata el joven, quien acude puntualmente al hospital en compañía de su papá, José Fabricio, para ser revisado por el médico.

José Roberto, quien durante un año y medio todas las noches se realizaba una diálisis peritoneal —procedimiento que permite depurar líquidos y sustancias tóxicas del organismo, función que ya no hacen los riñones—, exhorta a la gente a cuidar sus órganos, pues cuando se detecta esta enfermedad es irreversible.

Los prime ros síntomas que el joven presentó debido a este padecimiento, fueron: pérdida de apetito y de peso, ganas de vomitar y deseo de permanecer dormirdo mucho tiempo.

“Supe de mi padecimiento a raíz de que me asaltaron y me mandaron a hacer unos análisis de laboratorio que reflejaron problemas en el riñón”, comenta José Roberto.

Hoy busca incorporarse a su rutina diaria, aunque sabe que tiene que tener cuidados especiales de forma permanente.