Tercera edad, botín político

En diciembre murió la madre de Benito. Desde hace 10 años, el principal sustento de ésta —antes una familia de tres— era la tarjeta “Nueva vida a los 68 años” que a su mamá le había dado el gobierno del Distrito Federal con 971 pesos cada mes, pero cuando falleció se acabó el apoyo.

Benito, de 68 años, no tiene empleo. Vive en la delegación Iztapalapa y, en marzo, cuando cumplió la edad, solicitó una nueva tarjeta para él. Le advirtieron que la espera era de dos años.

La Secretaría de Desarrollo Social del gobierno capitalino argumenta que representa una gran carga de trabajo ordenar la documentación de las 150 mil personas que se inscriben cada año, comprobar la residencia, pues algunas viven en otros estados, además de cotejar altas y bajas por fallecimiento.

Hace una semana, promotoras a nombre del jefe delegacional de Iztapalapa, Jesús Valencia, le dijeron a Benito y a su esposa, Virginia, que si querían más apoyo debían solicitar su inclusión al programa “65 y más” de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) en la ventanilla de atención, ubicada de la avenida Cuauhtémoc 1240.

“Las señoritas que lo representan y los que trabajan con él nos dijeron que podíamos pedir este apoyo, nos dijeron qué papeles teníamos que traer y nos acompañaron. No nos dijeron cuánto nos van a dar, pero la tarjeta [del DF] nos duró 10 años y comprábamos sopa, aceite, la despensa en general; como ahorita no tengo trabajo, creo que este dinero en algo puede ayudar”, dice, mientras él y su esposa permanecen formados en una fila fuera del edificio.

Benito y Virginia, de 65 años, llegaron a las cinco y media de la mañana. Esperan a que la fila comience a avanzar, sin embargo, faltan cuatro horas más.

Nuevos objetivos

Una de las primeras promesas de campaña de Enrique Peña Nieto fue la pensión universal para adultos mayores y la ampliación del programa de “70 y más” para beneficiar a las personas a partir de los 65 años.

Sedesol anunció que este año el programa de pensión para adultos mayores recibirá un presupuesto de 26 mil millones de pesos –8 mil millones más que en 2012— redirigido especialmente a los estados y municipios que participarán en la Cruzada Nacional contra el Hambre (CNCH). Los beneficiarios recibirán 525 pesos mensuales, 25 más que el año pasado.

En diciembre, el primer mes de esta nueva administración, el Distrito Federal tuvo el mayor número de afiliaciones al programa a nivel nacional, 15 mil 843; en enero y febrero se inscribieron 2 mil 643; y para marzo y abril, 2 mil 13 nuevos beneficiarios contaban con el servicio.

El gobierno federal pretende llegar a la meta de 433 mil 935 adultos, casi el doble con los que el programa contaba a finales de 2012.

El 4 de junio pasado, el delegado de Iztapalapa, quien pertenece al PRD, acusó a la Sedesol de recortar 70 mil apoyos para adultos mayores en su demarcación, y dijo que esperaba que la medida no fuera una “venganza” por no comenzar —aún— la aplicación de la CNCH en la demarcación.

En el DF, el principal antecedente de este programa es la Ley que Establece el Derecho a la Pensión Alimentaria para los Adultos Mayores de 70 años, vigente desde noviembre de 2003, impulsada por el entonces Jefe de Gobierno Andrés Manuel López Obrador.

Para este año, serán beneficiados 480 mil personas y se le asignó un presupuesto anual de 5 mil 459 millones 895 mil 448 pesos. La población total de adultos mayores de 68 años y más ronda las 540 mil personas en el DF.

Expertos consultados por EL UNIVERSAL alertaron que el PRI y el PRD iniciaron una “batalla” por conseguir el apoyo de los adultos mayores, a quienes calificaron como “clientelas leales”.

Inclinando la balanza

Edna Jaime, directora de la organización México Evalúa —dedicada a valorar y monitorear políticas públicas—, asegura que todo programa social tiene una repercusión política. “Sin duda, los gobiernos que implementan estos programas se benefician electoralmente, aunque haya padrones, aunque cuente con reglas de operación, el gobierno que está a cargo se beneficia”.

Según un estudio hecho por este órgano, el programa Oportunidades tuvo un efecto “positivo” para las votaciones a favor del Partido Acción Nacional (PAN) en las pasadas elecciones, beneficiando en 25.8% de las áreas urbanas y 24.4% en zonas rurales consideradas las más rezagadas a nivel nacional.

Explica que, “contrario a lo que se esperaría, los más pobres del país votaron antes por el PAN que por el candidato del PRI. Esto sugiere que los pobres se inclinaron por refrendar al PAN debido a programas sociales como Oportunidades y Seguro Popular”.

Para ella, el principal riesgo del programa que inició como “70 y más” es su financiamiento, “hablamos de un estado de bienestar de países ricos y la agenda pública mexicana no es rica, es dependiente de los ingresos petroleros, en el momento actual tiene un margen pequeño para maniobrar”.

Edna dice que sólo se puede justificar la ampliación si se realizaron diagnósticos técnicos previos. Sin embargo, la Sedesol respondió a la solicitud de información 48013, donde un ciudadano preguntó cuáles habían sido los estudios para la ampliación del programa con un informe hecho en 2011, donde no se sugiere reducir la edad de los beneficiados.

“Creo que el PRI quiere ganarle las bases electorales al PRD; es la lógica de la Cruzada Nacional contra el Hambre en el DF. El que se haya implementando el programa de ´70 y más´ fue una respuesta al éxito que tuvo el programa de adultos mayores en la capital, así que se replicó”, concluye.

Un trámite como todos

José Luis Cuellar Miranda se formó en el edificio de la avenida Cuauhtémoc poco antes de las seis de la mañana. Está apartando un lugar para su hermana y una vecina que llegarán más tarde, para solicitar el apoyo del gobierno federal. Dice que “ya son muy mayores” y no pueden esperar tanto. Él se mantiene más alerta, dice, porque le gusta leer y siempre está pendiente de las noticias. “Cuando uno quiere algo, hay que hacer algo, para mí esto es excelente, es un trámite como todos. Gracias a… quien sea que haya dado esta instrucción nos favorece mucho, yo no tengo ninguna ayuda ahorita y con esto más o menos me la voy llevando. Aquí tratan muy bien a la gente mayor, les hablan con cariño. Antes había despotismo”, dice.

José Luis tiene 71 años y trabajó manejando un taxi toda su vida. Hace unos años perdió la visión de su ojo izquierdo por una operación de cataratas mal cuidada. Intentó volver a trabajar como taxista, pero un camión lo impactó en un cruce y decidió que no podía dedicarse más a eso.

Es el más alto de toda la fila y se expresa con orgullo cuando dice que su familia siempre ha sido priísta. “En el pasado algo falló, pero hoy, afortunadamente, está el que era gobernador del Estado de México, desde ahí yo aposté por él y esperemos que nos vaya un poco mejor. Pero aquí [en el DF] voto por Miguel Ángel Mancera; en unas cosas por el PRI y otras el PRD, así tiene que ser, creo yo”.

Lealtad a fondo

“Estos programas han demostrado, no únicamente en México, sino en otros países, ser fundamentales para la construcción de lazos clientelares”, explica Gustavo López Montiel, quien es profesor de Ciencia Política en el Tecnológico de Monterrey.

“Se ha comprobado que las personas de la tercera edad, en términos clientelares, son más leales que cualquier otro grupo social a quienes el gobierno les pueda dar alguna beca, ya sean madres solteras, amas de casa o estudiantes”.

Dice que, a partir de su implementación en el DF, muchos estados comenzaron a tener sus propios programas; pero esto afectó las finanzas locales, porque disminuir la edad implica “una fuerte carga impositiva”. En algún momento, advierte, estos programas derivarán en una seria crisis fiscal, debido al envejecimiento de la población.

Edna Jaime coincide: “Los recursos están comprometidos de entrada, porque no tenemos las riquezas para sostenerlo y eso es riesgoso para la estabilidad macroeconómica, por eso las decisiones que se tomen en los próximos meses son importantes. Hay que estar atentos a la reforma fiscal, para que se no afecte la generación de empleos”.

Sectores vulnerables

Gerardo Hernández es hoy el primero de la fila porque llegó a las cinco de la mañana. Cada cuatro meses tiene que comprobar su “supervivencia” para seguir afiliado al programa. Tiene 73 años y es ingeniero mecánico. Sus dos principales ingresos, con los que también mantiene a su esposa de 63, son la tarjeta de despensa del DF y la ayuda para adultos mayores de la Sedesol.

A pesar de haber laborado 42 años no tiene derecho a ninguna pensión. “Trabajé 10 años en ese esquema cruel de ‘sueldos y salarios’, pero eso no me contaba, por eso me tengo que venir a formar de madrugada. Mi esposa escuchó en la radio de este apoyo y me obligó a pedirlo; desde hace un año vengo a comprobar la supervivencia”.

Verónica Montes De Oca, académica del Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), asegura que mientras este apoyo no esté en la ley, no existe la certeza de que los gobiernos continúen pensionando a esta población. “Los gobiernos cambian el programa por decisiones internas, las cuestiones metodológicas no quedan claras y se pueden interpretar como discrecionalidad política”.

Irene Sandoval Pacheco va a cumplir 71 años en el próximo mes, pero desde hace un año recibe este apoyo. Hoy viene con su esposo a comprobar “supervivencia”. Su vecina le dijo que “con sólo un trámite” podía recibir mil pesos cada dos meses.

“Hay tantas cosas en qué usar el dinero, yo no tengo otra fuente de ingresos. Mi esposo y yo nos mantenemos con lo poquito que él gana trabajando en una tintorería y con la tarjeta de despensa del Distrito Federal, esa ya la tengo desde hace dos años”.

Hasta ahora, la Sedesol ha invertido alrededor 7 mil millones de pesos del total de presupuesto. La meta este año es llegar a los 4.4 millones de afiliados a nivel nacional.

El esposo de Margarita Vargas, de 71 años, ha venido dos días seguidos a las cinco y media de la mañana para afiliarse. Hoy ella lo acompañó para asegurarse que tenga todos los papeles. “No tenemos trabajo, por eso necesitamos el apoyo, apenas le acaban de dar también a él la tarjeta del DF. Él ya se iba a ir a trabajar otra vez, pero un compadre le dijo que podía pedir este dinero. No puede trabajar porque hace un mes lo operaron de la cabeza. Por eso aquí andamos, desmadrugándonos”.