La belleza y exotismo de los animales silvestres puede tentar a muchos a capturarlos o comprarlos de manera ilegal para tenerlos como mascotas.
Para muchas personas es cosa común poseer un loro, mono o serpiente en casa, en la ciudad y alejados de su hábitat natural. Para domesticar un animal deben transcurrir millones de años, dice Grecia Marquís, médico veterinario y creadora de la Fundación Plumas y Colas en Libertad, organización que rescata especies salvajes y mantiene programas de educación sobre el tema.
Lo que muchos ignoran es que al tener este tipo de especies como mascotas no sólo se les causan un gran daño a los animales, sino que estos pueden llegar a convertirse en un riesgo de salud para aquellos que los poseen.
Las razones
Luis Morales, pro fesor y zoólogo del Instituto de Zoología y Ecología Tropical de la Universidad Central de Venezuela, explica que hay varios factores que tientan a tener a estos animales en casa. El primero son las tradiciones locales, como por ejemplo la costumbre de tener loros y cotorras.
Marquís también cree que, aparte del capricho de poseer un animal exótico en casa, la ignorancia de las personas sobre lo que sufren estos animales es atribuido a la falta de información y campañas por parte de las autoridades y por eso la gente los compra y captura.
Los animales salvajes no deben ser capturados para domesticarlos ni recluirlos en viviendas ni otras construcciones humanas. Una gran parte de los pichones de aves extraídos de la naturaleza muere antes de ser vendidos o recluidos en sus sitios de destino urbano, explica Morales.
De acuerdo con el experto, muchas especies jamás llegan a ser realmente domésticas, pues cuando son cachorros, los mamíferos salvajes suelen ser amistosos pero al llegar a adultos su conducta puede cambiar de forma imprevisible. Tanto las aves como los mamíferos silvestres desarrollan conductas anómalas cuando están confinados y existe la posibilidad de que resulten peligrosos.
Morales también explica que cada animal es parte de una red de interacciones con los de su misma especie y a la vez con otras, por lo que al destruir un nido de aves o una familia de mamíferos se está ejerciendo un impacto sobre el ecosistema. Y advierte que también hay consecuencias negativas para los humanos que poseen estos animales, pues estos pueden ser portadores de enfermedades, parásitos y patógenos que se transmiten a animales domésticos y posiblemente a personas.