Tabaco y alcohol suelen ser buenos compañeros de salidas, y la ciencia ha mostrado que quienes fuman tienden a beber más que los no fumadores.
La explicación estaría en que la nicotina altera la forma en que el sistema de recompensa del cerebro responde al alcohol. Sobre todo si se empieza a fumar de adolescente.
Una investigación llevada a cabo en ratas por el Baylor College of Medicine, en Houston, mostró que expuestas a la nicotina -incluso una sola vez-, suelen tomar más alcohol y más a menudo que aquellas que no tomaron contacto con esa sustancia del tabaco.
Según John Dani, autor del estudio, cuando se consumen nicotina y alcohol al mismo tiempo, se producen interferencias entre ambas sustancias: la primera provoca que la respuesta placentera frente al alcohol por parte del cerebro sea menor, por lo que la persona necesita mayor dosis para conseguirla.