La cédula de identidad “era un proyecto con problemas de origen”, señala Alonso y Coria

*La cédula de identidad “era un proyecto con problemas de origen”, admite en entrevista con Crónica Alberto Alonso y Coria, quien como director del Registro Nacional de Población…

La cédula de identidad “era un proyecto con problemas de origen”, admite en entrevista con Crónica Alberto Alonso y Coria, quien como director del Registro Nacional de Población (Renapo) fue encargado de operar el documento para menores de edad en el último año y medio del sexenio calderonista.

Es a su vez el único sancionado durante el proceso –inhabilitación de 10 años y multa de 40 millones de pesos— por la Secretaría de la Función Pública.

Comparte lo que descubrió tras su llegada a Gobernación a mediados de 2011: falta de planeación, ahorros o inversiones inexplicables, equipos inadecuados, carencia de estructura administrativa y lentitud de respuesta ante contingencias.

“Que la Contraloría de Segob haga su trabajo”, dice.

—Se gastaron miles de millones de pesos, huele a corrupción –le refiere el reportero.

—No me atrevería a decirlo, porque no me consta… Al final iba caminando el proyecto, resolvimos muchos problemas.

La Contraloría Interna lo acusa de un pago por 42 millones de pesos a Talleres Gráficos de México por cédulas que no fueron entregadas. Optó por el litigio y el asunto aún no se resuelve. Antes había diseñado con éxito el Registro Federal de Electores.

“Fue un problema muy serio cambiar la cédula de adultos a niños, los equipos –comprados a la empresa Smartmatic en 2009 durante la gestión en Gobernación de Francisco Gómez Mont—tenían dificultades para captar la información de los pequeños”.

—Así que resultaron un fiasco…

—Algunos se utilizaron, pero después hubo necesidad de comprar cientos de equipos adicionales y empezar de cero. Se hizo a través de un convenio con el IPN, que trabajó en un desarrollo tecnológico. Tuvimos problemas en el armado de todo el sistema: se iba a las escuelas y se brindaba información, pero no se generaban cédulas.

—¿Cuál fue el trasfondo?

—Segob no tenía la estructura administrativa para responder a un escenario tan dinámico, cualquier movimiento debía pasar por demasiados controles y no permitía una respuesta rápida a contingencias, su instrumentación era rígida.

Teníamos una planta muy pequeña de personas y tratamos de convenir con instituciones de educación pública el levantamiento y entrega de cédulas, pero en cada estado teníamos que cambiar de registradora y era volver a cero. Los errores se repetían.

—¿Demasiados controles?

—Por ejemplo, requeríamos gasolina para entregar cédulas y para obtener dinero debíamos hacer cambios de partida y eso tardaba dos meses. Todo era lento.

—¿Falta de planeación?

—Problemas que no se consideraron de inicio, dificultades para trabajar en campo.

—¿Y se gastaron miles de millones de pesos?

—Estos proyectos no son baratos. Al Registro Federal de Electores se le inyectan como 2 mil millones de pesos al año y se levantan entre 12 y 14 millones de registros. Son esquemas que sí requieren de mucha inversión porque el trabajo de campo es caro. La inversión debe ser aprovechada hoy, continuar con el registro total de niños.

—La meta eran 27 millones de menores y sólo se registraron 6 millones…

—Hay temas en los que no encontramos cuadratura, como aquellos niños que no tienen padres o tutores y la ley no permitía entregárselas, pese a que son los que más necesitan un medio de identidad por los abusos que sufren.

—¿De qué se arrepiente?

—Hice mi mejor esfuerzo: poco a poco íbamos planchando los problemas de índole tecnológico, instrumental y administrativo.

—¿Y los 40 mdp de la acusación?

—Mi conciencia está tranquila. Sólo firmé.

—¿Se metió a la boca del lobo?

—El proyecto tenía problemas de origen, pero estaba convencido de corregirlos.

—¿Por qué después de tantas pifias aparece como único responsable?

—Cosas que pasan. La defensa está en tribunales, peleo para que no me sancionen, porque, según yo, no hay razón de ser. La Contraloría se ha pasado conmigo. La construcción del proyecto fue muy compleja, hubo errores al principio como ahorrar donde no se debía e invertir donde tampoco era correcto.

—¿No tendrían que pagar otros también por el despilfarro o inacción?

—Que la Contraloría haga su trabajo.

—¿O es porque ya algunos murieron?

—No me compete.

—No están Mouriño ni Blake, pero sí Gómez Mont, Poiré…

—No tengo objeción en que las instituciones hagan su labor.

—Hoy los equipos ya caducaron, los contratos terminaron, los materiales están arrumbados, dejaron un basurero.

—Lo más importante es que hay más de 6 millones de registros, no es una cantidad trivial.

—Pero los papás ya están pidiendo que los datos se destruyan…

—Es su derecho. Para reactivar una iniciativa de tal envergadura se necesita un acuerdo en el Congreso y consenso entre todas las fuerzas políticas, decidir si se crea un Instituto Nacional de Identidad, y eso cuesta dinero; o se deja la responsabilidad al INE en mancuerna con Renapo, pero deben modificase las leyes.

Alonso y Coria, prestigiado matemático y durante muchos años catedrático de la Facultad de Ciencias en la UNAM -hoy profesor en el ITAM- da un sorbo al café. Un respiro. Dice estar convencido de la valía de la cédula de identidad: “Generarla se dice fácil, pero tiene sus demonios. Es vital contra el comercio y abuso infantil, aunque tampoco hay que rehuir el proceso en adultos, porque le daría certeza al estado sobre la identidad de sus ciudadanos. El gobierno hoy genera apoyos asistenciales, ¿cómo sabe que no duplica o que no hay fraudes en registros de Sedesol o IMSS? No sabe, porque no tiene datos ni instrumentos de unicidad”.

—¿Y la credencial para votar?

—Que siga limitándose a un uso electoral. El estado está impedido para utilizar la base de datos del padrón, pero requiere tener información más cierta sobre sus habitantes. Este es el papel de la cédula y debe expedirse en sintonía con la credencial para votar, porque no puede tirarse a la basura un trabajo de más de 20 años.

En cualquier caso sugiere normar con claridad el uso de datos personales por parte del estado, poner límites y garantizar la privacidad ciudadana.

EXPERIENCIA EN INDIA
Apostó en un tiempo récord a registrar la identidad de sus más de mil 250 millones de habitantes. Partió de una especie de amnistía: reconocer que no sabía el nombre de sus ciudadanos, pero comenzó a registrarlos con el que cada uno quisiera tener para toda la vida; alertó que no realizaría más cambios en el futuro. Utilizó la toma de huella dactilar.

EN PORTUGAL
Tiene tres bases de datos: fiscal, médica y electoral, pero el único documento donde aparecen las tres claves es el considerado medio de identidad.

TOMA DEL IRIS
No deja latencia, es decir, mientras la huella dactilar puede plasmarse en todo lados, el iris no. Resulta útil para identificar a personas que tienen problemas con sus huellas, como quienes trabajan con ácidos u otras sustancias peligrosas. También es un método idóneo para los niños que ya pueden fijar su mirada. Además de que en el caso de los más pequeños la huella no es lo más recomendable, pues su piel es muy suave y los surcos pueden borrarse.