Juguetes bélicos “normalizan” conductas violentas en menores

De los soldaditos que nuestros padres y abuelos formaban en ejércitos para matarlos con cañonazos de canicas, a las pistolas, rifles, “cuernos de chivo” y otras armas que parecen verdaderas, pero lanzan balines, chorros de agua o pintura, luces destellantes y ruidos ensordecedores, han pasado unas tres décadas, suficientes para revolucionar el juego —en la era virtual reinan los videojuegos— y levantar polémica sobre su pertinencia, sobre todo en aquellas sociedades marcadas por la violencia.

México es hoy una de ellas y en la víspera de las fiestas decembrinas, especialistas en psicología infantil comparten algunas reflexiones para que Santa Claus, el Niño Dios y los Reyes Magos puedan elegir los mejores juguetes para los pequeños.

Bajo el genérico de “juguetes bélicos”, hoy se agrupan tanto aquellos que van desde los soldados (ahora tienen apariencia de Rambo, cargan grandes metralletas y escapan en anfibios, helicópteros y tanques de control remoto), pasando por todo el equipo para convertir al niño en el prototipo del héroe hollywoodense con réplicas de puñales, espadas, armas de fuego cortas o largas; hasta los videojuegos que permiten participar en batallas, persecuciones policiales y otras experiencias virtuales con altas dosis de estallidos, fuego y muertos.

“Para los niños, el juego no es sólo una actividad lúdica, sino en la que están poniendo en práctica roles, van adquiriendo conocimientos y experiencia de cómo actuar con los demás”, puntualizó la psicóloga Claudia Alejandra Reynoso Zepeda, catedrática de la UdeG.

Señaló que los juguetes bélicos están principalmente dirigidos a varones y “van formando una idea del tipo de interacción que pueden tener con otros: si me enojo te mato, te desaparezco, estamos en guerra”. Las niñas no quedan exentas de esta tendencia.

Sin acompañamiento de los padres, los juguetes bélicos tienen el riesgo de fomentar la “normalización” de las conductas violentas, como una forma de respuesta, idea que se refuerza cuando los niños y niñas viven violencia social, advirtió la especialista.

Más allá de la prohibición de los juguetes, la psicóloga recomienda a los papás y mamás aprovechar algo de tiempo “para la convivencia y el acercamiento amoroso con sus hijos”, a través de los cuales les enseñarán a rechazar conductas nocivas.

“Los juguetes bélicos sí tienen un grado de riesgo, pero lo principal es lo que el niño esté viviendo en el hogar, y cómo el padre va dando acompañamiento al uso de estos juguetes. Un niño que vive violencia está identificando que la agresión es un patrón de comportamiento aceptado socialmente, incluso en la familia”, apuntó Reynoso.

María Guadalupe Covarrubias, responsable del Centro de Servicios de Psicología Infantil del Centro Universitario de Ciencias de la Salud de la UdeG, añadió que hay la falsa creencia “de que al desaparecer estos juguetes vamos a producir una baja del efecto, sin embargo, lo que no hemos quitado es la violencia social”. Sostuvo que está demostrado que el juego y los juguetes son la representación que el niño hace de su realidad, “y si la violencia está en su entorno escolar, en las noticias, en las caricaturas, en su comunidad y en su propio hogar, de cualquier forma la va a representar. Jugar violentamente es una manera y lo hará con cosas reales”.

Y puso un ejemplo: “Las pistolitas y los soldaditos que en algún momento fueron considerados los juguetes bélicos han ido desapareciendo, pero el niño se ha visto más expuesto a las pistolas de verdad y llegan a jugar con el arma de papá, al no tener una de juguete”.

Las entrevistadas concluyeron que sí hay consecuencias en los cambios de hábito de juego de los niños: sedentarismo, obesidad, y ahora la normalización de la violencia, pero hay formas de prevenirlas de una gran manera: jugando con los hijos y eligiendo junto con ellos los mejores juguetes.

Juguetes para regalar

Prefiera o incluya en sus regalos navideños juguetes que alienten la actividad física, la creatividad y habilidades manuales y aquellos que favorezcan la convivencia y comunicación entre papás e hijos.

Evite regalar juegos de mesa o aquellos juguetes que requieran la participación de dos o más personas si usted no está dispuesto a jugar con sus hijos, pues equivale a un abandono.

Recuerde que a través del juego y los juguetes se pueden reforzar valores como la tolerancia, resolver las pérdidas, buscar soluciones efectivas ante los problemas y vivencias de los niños.

Prohibir juegos y juguetes —incluidos los videojuegos— no tiene resultado positivo si los niños no viven con el ejemplo de los adultos que la violencia y la guerra no son el camino para resolver conflictos.

El juguete por sí mismo no genera violencia en el niño, sí el entorno familiar, escolar y comunitario.

Tome en cuenta la edad del niño. Este apartado frecuentemente se pasa por alto cuando se trata de videojuegos.

Los juguetes bélicos no están indicados para menores de ocho años, lo que se busca es no generar en los niños la necesidad de imitar situaciones violentas.

Para los niños de entre los 2 y 4 años se recomiendan rompecabezas y juguetes armables —piezas grandes, no tóxicas— e instrumentos musicales.

Entre los 5 y los 8 años puede añadir juguetes que despierten la creatividad al recrear aventuras.

Para los niños de entre 9 y 15 años, busque juegos que favorezcan la actividad física y la investigación.

A partir de los 7 años se pueden regalar mascotas, pues el niño ya puede responsabilizarse de algunos cuidados y fomenta lazos de solidaridad. No elija animalitos que no pueda atender de acuerdo a su tiempo y al espacio en la vivienda.

Los libros adecuados son una buena opción para complementar los obsequios navideños, no sustituyen al juguete.