CIUDAD DE MÉXICO, 2 de enero.- Pese al clima de inseguridad y violencia en algunas zonas del país, y a la poco convincente recuperación económica, los mexicanos continúan sintiéndose felices. El desagrado que causan los políticos y gobernantes pasa a segundo plano ante la familia, la salud y los logros personales, para determinar el grado de felicidad de la población, de acuerdo con los resultados de la encuesta telefónica nacional BGC-Excélsior sobre este tema.
Los mexicanos siguen constituyendo un pueblo que se siente en un estado de felicidad; 67% se considera feliz y 15% muy feliz, cifras que se mantienen bastante estables al transcurrir de los años (tabla 1).
Llama la atención esta situación extendida de satisfacción con la vida cuando se observa un sinnúmero de motivos de inconformidad. La inseguridad que ha experimentado el país en los últimos años hace nada feliz a 41% y poco feliz a 51% (tabla2). También la seguridad en el barrio o colonia donde se vive deja que desear. Asimismo, la economía está lejos de ser una razón de gozo; 66% se siente poco feliz con la situación económica del país, aunque ese sentimiento es menos compartido en el caso de las condiciones económicas personales (39%) –tabla 3–. Tan sólo ver cómo vive la gente en México aflige a la mayoría.
Ni qué decir de la política y el gobierno, pues parecen más bien obstáculos para la felicidad. A dos tercios les causa baja o nula dicha ver cómo se conducen sus autoridades, incluidos su gobernador o el Presidente de la República. Los legisladores y los partidos políticos están peor evaluados aún pues a casi nadie le generan sustantivo agrado (tabla 2).
Para explicarse la felicidad del mexicano hay que seguir volteando a ver otros aspectos en los que se desarrolla su vida.
Para satisfacciones está la familia, pues constituye la mayor fuente de felicidad, en especial los hijos. Los familiares más cercanos hacen muy feliz a 55% y feliz a otro 39%. Los logros personales, la salud y la vida sentimental, en ese orden, también son causantes de un estado de ánimo positivo. Incluso, en menor grado, el trabajo actual que se desempeña provoca felicidad (tabla 3).
Todo esto compensa con creces el desconsuelo que pueden causar los principales factores causantes de infelicidad a lo largo de la vida (por ejemplo, la muerte de un ser querido, 20%) o en el corto plazo (la inseguridad y las condiciones económicas) –tabla 4–.
Si bien a la baja, sigue predominando la creencia de que las nuevas generaciones de mexicanos enfrentan un mundo en condiciones para ser más felices que quienes les han precedido; 50% piensa que ahora los niños de nuestro país tienen mayores oportunidades para ello, 17 puntos menos que en 2008.
Aunque menos que en años previos, prevalece la expectativa entre la gente de que habrá algo en particular que le causará gran satisfacción en el nuevo año; 54% así piensa (tabla 5), nueve puntos menos que hace tres años. En esas personas existe la esperanza principalmente de que mejorará su situación económica, de que encontrará un buen trabajo o de que acabará sus estudios (tabla 6).
En la óptica opuesta, para cerca de la mitad de la población también aparecen potenciales sucesos que pueden provocarle desazón. En efecto, para 42%, sí habrá algo que le cause gran preocupación (tabla 7). A la tradicional inquietud por una eventual mala situación económica, para 2012 se agregan como fuentes de intranquilidad la inseguridad y la próxima elección presidencial