CIUDAD JUÁREZ, 22 de enero.- Ante el incremento de menores que se unen a los grupos del narcotráfico en la violenta Ciudad Juárez, un cantante de rap sudanés, que a sus 7 años fue obligado a enrolarse en organizaciones militares, pidió a la infancia de aquella urbe alejarse del crimen.
Con el objetivo de transmitir, a través del hip hop, los principios de justicia, igualdad y prevención de conflictos, Emmanuel Jal, de 32 años, ofreció un concierto para llamar a la paz y demostrar a la infancia de la urbe fronteriza con la ciudad estadunidense de El Paso, «que existe otro camino, el camino del bien».
Con sólo siete años, a Jal le fue asignado un rifle de alto poder para participar en la Segunda Guerra Civil con el Ejército de Liberación Popular de Sudán.
No obstante, en su edad adulta decidió cambiar las balas por palabras de aliento.
«Creo que sobreviví por una razón: para contar mi historia a los niños pequeños», dice la primera estrofa de la canción «Warchild» (niño de la guerra), cantada por Jal frente a unos mil 500 asistentes reunidos en el Centro Cultural Paso del Norte en Ciudad Juárez.
De acuerdo con Juan Martín Pérez García, director ejecutivo de la Red por los Derechos de la Infancia en México, a pesar de que no existen estadísticas oficiales respecto a las víctimas infantiles de la violencia relacionada al narco, estima que en los últimos cuatro años han muerto tiroteados más de mil niños y adolescentes, mientras que unos 10 mil y 30 mil han quedado huérfanos.
«En México existe un clima de violencia generalizada, donde balas perdidas, fuego cruzado en zonas cercanas a escuelas, ataques directos, masacres juveniles, hacen que la paz y la tranquilidad necesaria para el desarrollo adecuado de niños y niñas se vea afectada», comentó Pérez.
Además, la aparentemente sencilla remuneración económica ha hecho que muchos de ellos busquen unirse a los cárteles de la droga como sicarios o como «puchadores» (vendedores de droga al menudeo).
«Algunos niños quieren formar parte de las organizaciones de forma voluntaria, pero la mayoría son reclutados de manera forzosa y son obligados a trabajar para los criminales bajo amenazas», advirtió Pérez.
Esta situación llevó a la Asociación Niños en Paz, a Omnilife y a la Dirección de Desarrollo Social a invitar a Jal a transmitir un mensaje de esperanza a la infancia local.
«Emmanuel trajo mensajes a veces duros y tristes, pero siempre esperanzadores y con la meta de que nuestros hijos se mantengan alejados de los delincuentes. Creo que vino en un buen momento porque la situación aquí está muy difícil para los niños», dijo a Efe Marta Robles, madre de dos menores de 7 y 12 años.
«Me gustó el concierto, canta muy suave y aunque no entendí algunas de sus letras, escuché los mensajes que nos decía», comentó Raúl, un adolescente de 13 años.
«Me gusta que vengan personas buenas a Ciudad Juárez a decir cosas positivas», agregó.
Actualmente Ciudad Juárez está considerada la segunda urbe más violenta del mundo, después de la hondureña San Pedro Sula.
Sólo en 2010 se registraron más de 3 mil 100 homicidios en la capital de Chihuahua, mientras que en 2011 fueron asesinadas en ella cerca de 2 mil personas.