Por: Manuel Narváez Narváez
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Twitter: @manuelnarvaez65
Según Transparencia Internacional, en su edición del 2011 del índice de Percepción de la Corrupción (IPC), México ocupa el lugar ¡100! de la lista de 180 países.
Además del lastre que debemos cargar, bueno, los mexicanos que viajan al extranjero, por tener 5 de las ciudades más violentas del planeta, entre ellas Ciudad Juárez, Chihuahua y Monterrey, tienen que chutarse la vergüenza de ser una nación arrodillada por la corrupción.
TI (Transparencia Internacional) es un organismo internacional fundado en 1993, cuya sede se encuentra en Alemania, que pretende combatir la corrupción de los políticos. En México existe la filial Transparencia Mexicana (TM), fundada en 1999. Presidida por Federico Reyes Heroles.
Resulta que a nuestra querida patria, los corruptotes del gobierno en cualquiera de sus (des) órdenes, y hay que decirlo también, en complicidad con personas deshonestas, la arrastraron del lugar 59 en el año 2000, al 100 en 2011. 41 lugares más abajo.
Este deshonroso lugar nos coloca 10 lugares por debajo de la media tabla, con un pobrísimo 3.1 de calificación en la escala del uno al diez, donde Dinamarca y varios países de la región escandinava, obtienen las mejores calificaciones. En 2002 fue su mejor calificación con 3.6
Por este estrepitoso descenso en los últimos años, y gracias a los bochornosos actos de corrupción recientemente conocidos como los de Wal Mart, CFE y Bizjet, México fue relegado de los diez primeros países que reciben las mayores inversiones extranjeras.
Por desgracia el gobierno del cambio no se ha distinguido por su transparencia pese a contar con uno de los organismos de rendición de cuentas menos piores como lo es el IFAI. Numerables actos de corrupción lo han marcado como las famosas toallas adquiridas por la pareja presidencial de los Fox y la lujosa cama adquirida para la embajada de México en Francia al inicio de la gestión de Don Vicente. Y el triste caso de los niños muertos en la Guardería ABC de Hermosillo, fueron hechos que contribuyeron a la desconfianza del colectivo.
Pero no toda la responsabilidad recae en el ejecutivo federal, ya que los poderes Legislativo y Judicial, y el “ciudadanizado” IFE y TRIFE, han aportado mucho a la larga cola de la corrupción. Los extravagantes sueldazos, los privilegios, prebendas y canonjías de las que gozan legisladores, ministros, magistrados y consejeros, están a la par de cualquier dirigente sindical. Fue la complicidad y el silencio a la hora de asignarse estos excesos, lo que colapsó su credibilidad ante la sociedad.
También los gobernadores y alcaldes tienen tela de donde cortar. Para TM (Transparencia Mexicana), en 2010 esta deleznable práctica costó 32 mil millones de pesos. Increíblemente los que menos ingresos tienen, o sea, de un salario mínimo, son los que más pagaron; es decir, a ellos se les niega la justicia por lo que tienen que pagar por obtenerla
33% de esos ingresos fueron a parar en mordidas, contra un 14% de la población en general. Lo triste del caso es que esas prácticas se acentúan en entidades con altos índices de marginación como Oaxaca, Guerrero e Hidalgo. Aclarando que las entidades donde mayores índices de corrupción existen son: D.F. y Edomex. El PRD de AMLO y Marcelo Ebrard; El PRI de Arturo Montiel y Enrique Peña Nieto.
No se olvidan otros casos en los que la corrupción usó su patente de corso, tales como los terrenos vendidos a Wal Mart en el periférico de la Juventud, de la ciudad de Chihuahua, en los tiempos de Don Patricio. Ni las escalofriantes y monumentales deudas adquiridas en los gobiernos de Don José Reyes Baeza en Chihuahua, Humberto Moreira en Coahuila y Leonel Godoy en Michoacán. Tampoco se olvidan los ofensivos salarios de 750 mil pesos de alcaldes azules en los municipios de Ecatepec y Tlalnepantla, allá por inicios del régimen de la transición.
Con estos gobernantes y “ciudadanos”, como diablos no vamos a estar a la zaga de la competencia. La ausencia de ética en el ejercicio público y la simulación en la rendición de cuentas, tienen al país postrado en la vergüenza de la corrupción y sumido, como consecuencia de ésta, en la impunidad.
P.D. Pa que tanta verborrea y tacos de lengua de los suspirantes por “La Grande”, si ya estamos empachados de ellos. Necesitamos hechos claros y acciones concretas desde el inicio, y si no pueden a los dos años, que renuncien. Quién me firma este compromiso?.