Guadalajara, México • La noticia corrió como pólvora el 24 de mayo de 1993: el cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo, y otras seis personas más, habían sido asesinadas en un enfrentamiento registrado en el aeropuerto. Hoy, a 19 años de distancia, prevalecen las dudas en un caso cerrado para las autoridades y por el que ocho personas fueron sentenciadas.
Las hipótesis de la ejecución causaron polémica desde el inicio, pues el gobierno federal, encabezado por Carlos Salinas de Gortari, señalaba que el prelado fue confundido con Joaquín El Chapo Guzmán, líder del Cártel de Sinaloa, pues según versiones de los implicados, los hermanos Arellano Félix ordenaron la ejecución del capo enemigo.
Las primeras investigaciones de la Procuraduría General de la República (PGR), de la que era titular el extinto Jorge Carpizo McGregor, señalaban que gatilleros del Cártel de Tijuana contaban con información de que su “objetivo” llegaría al aeropuerto en un automóvil Grand Marquis blanco, exactamente igual al que trasladaba al prelado y creyendo que era El Chapo abrieron fuego en su contra, pero esta teoría fue desechada seis años después.
Al darse a conocer la versión, los jerarcas de la Iglesia Católica levantaron la voz en contra, pues denunciaron irregularidades en las investigaciones.
Sin embargo, una carta del Subprocurador General de la República, Mario Ruiz Massieu, dirigida a Carpizo McGregor, señalaba que la investigación fue manipulada, “es obvio que no hubo confusión y que el narcotraficante Guzmán no circularía en un auto normal, sin blindaje, como el del Cardenal. La única evidencia que había, porque la ‘sembraste’ en la investigación sobre el caso, fue de que alguien declaró que la esposa de El Chapo Guzmán había tenido un auto igual, que le habían comprado dos años antes”.
La versión del asesinato premeditado cobró fuerza luego de que Mario Rivas Souza, titular del Servicio Médico Forense y quien participó en la autopsia de Posadas Ocampo, concluyó que el ataque fue directo y que los 14 disparos fueron hechos a muy corta distancia, con dirección de arriba hacia abajo.
El trabajo de la PGR en este caso se puso en entredicho, ya que el cardenal Juan Sandoval Íñiguez, quien ocupó el Arzobispado de Guadalajara tras la muerte de Posadas Ocampo, creó el Grupo Interinstitucional que trabajó bajo la hipótesis que el Gobierno de Jalisco tomó como verdadera: el homicidio fue premeditado.
Benjamín rompe el silencio
En abril del año pasado, Benjamín Arellano Félix, uno de los líderes del Cártel de Tijuana, desde su celda en Estados Unidos, rompió el silencio en referencia al homicidio de Posadas Ocampo y señaló al ex director de la Policía Federal, Rodolfo León Aragón, de haber ordenado la ejecución, pues aseguró: “Fue porque estaba ayudando a conseguir armas a los grupos guerrilleros, sin especificar a cuáles grupos se refería”. Desde 2002, cuando fue detenido, Arellano Félix se negó a declarar por este caso, pues aseguró que temía por su vida y además no veía voluntad política para resolver el caso.
Actualmente, José Antonio Malcom Fararoni, El Tiroloco, Rodrigo Villegas, El Roque, Santiago Nieblas Rivera, El Chapito, Ulises Murillo Mariscal, El Lichi, Édgar Eduardo Mariscal Rábago, Manuel Alberto Rodríguez Rivera, El TH, Juan Enrique Váscone Hernández, El Puma, e Isaías Mar Hernández, El Ingeniero, fueron sentenciados por el Juez Cuarto de lo Penal, tras encontrarlos culpables del homicidio.
Los secretos en la tumba
A 19 años de la muerte del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo, muchos de los involucrados han fallecido, llevándose consigo información valiosa.
En 1999, Mario Ruiz Massieu se suicidó en su departamento de Palisades Park, en Nueva Jersey, donde estaba recluido en arresto domiciliario por lavado de dinero.
Ramón Arellano Félix, uno de los líderes del Cártel de Tijuana, fue ejecutado en 2002, en Mazatlán, Sinaloa. La relación del capo con el homicidio radica en la posible confesión del ex director de la Policía Federal, Rodolfo León Aragón, sobre el móvil del asesinato.
El 30 de marzo, Jorge Carpizo McGregor murió durante una intervención quirúrgica. El abogado fue ingresado al quirófano por un problema de hernia, pero murió por complicaciones.