La harina tiene alto contenido proteico y es rica en el aminoácido llamado lisina.
Un equipo de investigadores del Instituto Politécnico Nacional (IPN) desarrollaron un método para convertir la sangre que se genera en los rastros en harina para que la industria alimentaria lo utilice en la formulación de croquetas de perro y en la piscicultura intensiva.
En un comunicado, el doctor Carlos López González y el maestro Miguel Ángel Pérez Gutiérrez del Centro de Desarrollo de Productos Bióticos (Ceprobi) señalan que esta sangre de bovinos y porcinos “es un residuo que daña el medio ambiente y se requiere un sistema para remediar lo anterior y, de ser posible, tener beneficio”.
Para responder a lo anterior, los investigadores diseñaron el método con el cual se produce la harina de sangre, la cual se elabora con la técnica aspersión (esparcir un líquido en gotas finas y secarlo con aire caliente) y tiene un alto valor nutritivo, además aprovecha un recurso biológico local que antes se desperdiciaba.
La harina de sangre obtenida es un producto de la industria cárnica con un alto contenido proteico y es rica en el aminoácido llamado lisina, el cual es importante para el desarrollo de los seres vivos. Su ventaja nutrimental es que un kilogramo de ésta, se obtiene la misma cantidad de proteínas que al consumir uno de carne. Para la prueba, los politécnicos utilizaron la sangre de los rastros del estado de Morelos.
OTROS BENEFICIOS. El producto se elaboró en el departamento de desarrollo tecnológico, del laboratorio de la planta piloto del Ceprobi y tuvo el apoyo económico del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) y de la Secretaría de Investigación y Posgrado (SIP) del IPN.
Por su parte, el politécnico Miguel Ángel detalló que el principal propósito de este desarrollo es promover la disminución del impacto económico y ambiental de las actividades de los rastros, mediante el acopio y transformación de la sangre en una materia prima útil, con la finalidad de formular alimentos balanceados para animales.
Como resultado de la investigación en 10 rastros distribuidos en el estado de Morelos, se encontró que el proceso de colecta de la sangre resulta oneroso y que la inversión necesaria para procesar la harina en cada uno de ellos es muy cara.
Por ello, los investigadores propusieron que lo más conveniente es contar con un solo rastro generador de sangre donde se puedan implementar medidas de manejo del recurso y que la unidad de secado de sangre se localice lo más cerca de esta instalación.
De esta manera se tiene un mejor control de la inocuidad y se reduce el gasto en inversión y en el transporte de sangre. Es importante mencionar que tener un abasto suficiente de este líquido es determinante para elaborar la harina.