Un reporte auspiciado por el Instituto de Estudios Estratégicos del Ejército estadounidense da cuenta del surgimiento de una nueva amenaza para esa nación, encarnada en un híbrido entre organizaciones criminales del narcotráfico mexicanas y regionales, grupos terroristas y naciones hostiles hacia Estados Unidos.
La combinación de grupos con una variedad de motivaciones, que incluye al crimen organizado transnacional, grupos insurgentes y Estados que han declarado su odio contra EU, es algo nuevo y más peligroso que lo tradicional, detalla el informe, citando el caso de países como Venezuela, Irán, Ecuador, Bolivia y Nicaragua, que operan atacando al gobierno de EU.
El reporte, realizado por Douglas Farah, un consultor del gobierno estadounidense en materia de seguridad nacional, que no representa la postura del gobierno estadounidense, destaca que las convulsiones regionales de México a través de Centroamérica no son vistas como narcoinsurgencia.
Menciona que si bien otros analistas consideran que parte de esos grupos pueden denominarse «narcoinsurgencias», la nueva combinación del crimen organizado transnacional, los Estados criminalizados y las organizaciones terroristas presentan una realidad nueva que rompe con paradigmas.
«Dichas organizaciones operan bajo amplia protección estatal y contaminan la gobernanza democrática, la soberanía, el crecimiento económico, el comercio y la estabilidad de los países», se detalla en el reporte.
«El apoyo estatal al crimen organizado transnacional, las multifacéticas avenidas de cooperación y competencia, y los intereses comunes y en competencia entre los actores, ha cambiado de manera significativa el panorama de Estado/crimen organizado transnacional/terrorismo», añade el informe.
La amenaza que los grupos híbridos representa va más allá de la actividad tradicional del crimen organizado transnacional que incluye el narcotráfico, lavado de activos y el tráfico de personas; también integra el tráfico y uso de armas de destrucción masiva por organizaciones designadas como terroristas y sus patrocinadores, explica.
Para tener la capacidad de comprender y atenuar esta amenaza, será necesaria una estrategia integral en todo el gobierno, que incluya organismos de recopilación y análisis de datos, inteligencia de orden público y formulación de políticas y de programación, destaca.
«La tradicional dicotomía estatal/no estatal ya no funciona para iluminar adecuadamente los problemas descritos. De manera similar, la división histórica entre el crimen organizado transnacional y terrorismo va perdiendo cada vez más su relevancia», se destaca.
Los grupos híbridos, refiere el estudio, controlan importantes porciones de los conductos ilícitos transnacionales, junto con otros grupos del crimen organizado transnacional, especialmente mexicanos, pero también colombianos y centroamericanos que, con impunidad, cruzan la frontera entre EU y México miles de veces al día con productos ilegales y clandestinos de miles por millones de dólares.
Al respecto, menciona que muchos de los conductos se topan con vitales vías de transporte legítimo y zonas comerciales de gran importancia para Estados Unidos.
El tema principal unificador entre los grupos es un profundo odio por Estados Unidos, detalla el reporte.
«Al mismo tiempo, existe evidencia contundente de que los Estados del eje bolivariano, bajo el liderazgo de Venezuela e incluyendo a Ecuador, Nicaragua y Bolivia, no sólo toleran el incremento de actividad criminal en sus territorios, sino que también auspician a grupos armados no-estatales designados como entidades terroristas por Estados Unidos, inclusive las FARC, en Colombia, y Hezbollah».
Dichos Estados parecen permitir la entrega en franquicia de sus regiones apátridas a dichos grupos, para que los actores no-estatales puedan financiar sus actividades y propagar el descontento.
Los supuestos puntos de convergencia, refiere, son el odio abierto y frecuentemente expresado hacia EU y la idea compartida sobre la mejor forma de destruir a un enemigo común; además, una aceptación compartida de las estructuras autoritarias del Estado que toleran muy poca disidencia e invaden todo aspecto de la vida de un ciudadano.
Agrega que la intención de esos estados que han declarado su odio contra EU es permitir la operación de organizaciones criminales como los cárteles mexicanos, partiendo del hecho de que con ello causarán daño a dicha nación, a la que ven como el «imperio maligno» o «el gran satanás», y a sus aliados.
Se trata, destaca el reporte, de un nuevo tipo de alianza entre organizaciones seculares (autodenominados socialistas y marxistas) y organizaciones islamistas radicales, con una meta compartida: desafiar y contraminar la seguridad de Estados Unidos y sus principales aliados en la región.
«Esto representa un cambio fundamental, ya que ambos Estados primarios, dentro de la alianza (los gobiernos de Venezuela e Irán) ofrecen refugio y apoyo a los actores no-estatales, permitiendo que éstos prosperen de una forma que sería imposible sin protección del Estado».