Iglesia empaña los festejos de Cristina Fernández

BUENOS AIRES, 26 de mayo.- En el marco de las celebraciones por los diez años del kirchnerismo en el poder, la presidenta argentina Cristina Fernández asistió ayer al primer tedéum por la fiesta nacional tras la elección del papa Francisco, su compatriota, en señal de reestructuración de su difícil relación con la Iglesia católica y escuchó una homilía con alusiones a la pobreza, la injusticia y la necesidad de concordia en ese país.

“Argentina tiene demasiados pobres y excluidos los cuente quien los cuente, lo que hay detrás de los números son hombres, mujeres, ancianos y niños (…) no se trata de un problema estadístico, sino moral”, dijo monseñor Agustín Radrizzani en la Catedral de Luján, 70 kilómetros al oeste de Buenos Aires, delante de la mandataria que acudió acompañada de todo su gabinete de ministros.

Las palabras de Radrizzani fueron una cita textual de las homilías pronunciadas por el ex arzobispo Jorge Bergoglio antes de convertirse en el papa Francisco, sermones que en su momento causaron malestar del gobierno y derivaron en un distanciamiento que comenzó a zanjarse tras la unción del nuevo Pontífice.

Desde 2005, bajo el gobierno del fallecido ex presidente Néstor Kirchner (2003-2007), su esposo y antecesor, la administración de Cristina Fernández resolvió “federalizar” las celebraciones por la fiesta nacional y trasladar a otras iglesias del país el Tedéum (misa para dar gracias) que se oficiaba hasta entonces en la Catedral de Buenos Aires, en parte para evitar las homilías críticas del entonces arzobispo Bergoglio.

La relación se crispó aún más tras la aprobación en 2010 de la ley que autoriza el matrimonio entre personas del mismo sexo, con apoyo del oficialismo, duramente resistida por la cúpula eclesiástica.

“Sueño con una patria más justa, es mucho lo que se viene haciendo, pero mucho lo que falta”, dijo Radrizzani en tono conciliador y llamó a construir la paz “que brote de corazones humildes que sepan perdonar para poder ser perdonados y podamos recomenzar con esperanza.”

Una hora antes el nuevo arzobispo de Buenos Aires y sucesor de Bergoglio, Mario Poli, abogó también por la concordia en el Tedéum que presidió en la catedral porteña, frente a la sede gubernamental, a la que asistió el alcalde de la ciudad y opositor a Cristina, Mauricio Macri.

“La democracia en Argentina ha transitado una dolorosa experiencia de desacuerdos”, dijo Poli, quien llamó a “recordar que en nuestra historia hay ejemplos de diálogo fecundo” en tanto subrayó que “si queremos sabemos cómo encontrarnos”.

Celebran década kirchnerista

Por otra parte, miles de argentinos celebraron la Revolución de Mayo, antecedente de la independencia de España, y los diez años de la llegada del kirchnerismo al poder, con una fiesta organizada por el gobierno en la emblemática Plaza de Mayo.

Más de seis mil personas, según datos oficiales, llegadas a Buenos Aires desde distintas zonas del país participaron, desde primera hora de la mañana, de un festival de música y danza.

Sobre un gran escenario levantado frente a la Casa Rosada, la sede presidencial en la capital argentina, amenizaron la celebración los cantantes argentinos Andy Chango y Fito Páez, éste último acompañado por la orquesta filarmónica de Venezuela.

El sol y unas temperaturas otoñales acompañaron la fiesta que contó además con las actuaciones del cubano Silvio Rodríguez y los mexicanos de Café Tacvba.

En el megaevento participan también grupos folclóricos llegados desde Bolivia y Paraguay, y otros conjuntos de danza moderna.

La Plaza de Mayo es el epicentro de los festejos que abarcaron además la contigua Avenida de Mayo y llegaron hasta el obelisco de la avenida 9 de Julio, arteria principal de Buenos Aires.

Miles de banderas con los colores de Argentina, blanco y azul, inundaron esas zonas y sus alrededores, junto a los carteles de las principales organizaciones juveniles de apoyo al oficialismo.

Ponen barreras a los brasileños

Mientras que muchos celebran los diez años del kirchnerismo al frente de Argentina, otros lamentan los problemas económicos que se suscitaron con el gobierno de Brasil tras la implementación de restricciones comerciales impuestas por la mandataria Cristina Fernández.

Aunque el comercio entre Brasil y Argentina aumentó de siete mil millones de dólares a 40 mil millones durante los últimos diez años, también se registró un incremento de las barreras comerciales que restringen la comercialización de productos agrícolas e industriales entre ambos países, destacó ayer un reporte de la BBC.

La suspensión de una obra por mil millones de dólares de la empresa de minería y petróleo Vale do Rio Doce en Argentina, y la venta de los activos de Petrobras en Brasil son la última evidencia de las diferencias entre los dos países.

El mes pasado, las presidentas Dilma Rousseff y Cristina Fernández se reunieron en Buenos Aires para tratar de resolver los desacuerdos entre las autoridades brasileñas y argentinas.

“Somos uno de los principales inversores extranjeros en Argentina, pero últimamente nos enfrentamos a muchas dificultades, ya sea por problemas internos como la inflación, el aumento a los costos y la reducción de nuestros beneficios, barreras que obstaculizan las exportaciones brasileñas”, indicó un ejecutivo brasileño que pidió no ser identificado.

Sin embargo, para el economista Marcelo Elizondo, líder de la consultoría Desarrollo de Negocios Internacionales (DNI), el callejón sin salida que implican las operaciones de Vale y Petrobras Argentina son una señal de fortalecimiento de las relaciones bilaterales entre esas naciones.

“En estos diez años, los dos vecinos han pasado de un periodo de fuerte complementariedad económica y la alianza para el momento de tensión y diferencias que se vive actualmente”, señaló.

Por su parte, la ex secretaria de Estado de Estados Unidos, Hillary Clinton, consideró que la economía argentina debería ser más competitiva no sólo con Brasil, sino también globalmente. “No se puede esperar que el gobierno haga todo, que el mercado lo haga todo, hay que tener una asociación razonable basada en reglas establecidas por ley”, manifestó la política estadunidense.

“El gobierno no tiene culpa”

En coincidencia con los 203 años de la Revolución de Mayo de 1810, la presidenta argentina, Cristina Fernández, celebró ayer la década que cumplió el kirchnerismo al frente del gobierno y defendió su gestión.

Ante la creciente inflación que vive el país y de la que ha sido culpado el gobierno, Cristina señaló que “los precios no los ponen los trabajadores o este gobierno, los fijan los empresarios y los grandes monopolios”. Sentenció: “el gobierno no tiene la culpa”.

Pidió “a todos los argentinos” que a “esta década ganada le siga otra” en la que la población siga “ganando”.

Al encabezar el acto central por los festejos por el 25 de Mayo, la jefa de Estado también dijo: “Yo no soy eterna, lo he dicho muchas veces, y lo que es más importante, tampoco lo quiero ser”.

“Es necesario empoderar al pueblo, a la sociedad, de estas reformas y estas conquistas para que nunca más nadie pueda arrebatárselas”, manifestó y criticó a quienes “hablan del kirchnerismo y del fin de ciclo”.

“¿El cambio de un gobierno por otro es fin de ciclo, o en realidad se están refiriendo a que cuando yo me vaya se va a acabar todo lo conquistado en esta década?”, cuestionó la Presidenta, quien terminará su mandato en 2015 y no podrá volver a ser reelecta, ya que no lo permite la Constitución.

Fernández aseguró que la década kirchnerista fue “ganada por el pueblo” y “no por el gobierno”. Sostuvo que hay que “festejar el día de la Patria”, y destacó que hace diez años su fallecido esposo y antecesor, Néstor Kirchner, encabezó “el proceso de transformación más importante de las últimas décadas”.

La Presidenta criticó a algunos medios de comunicación por “difamar y distorsionar” la realidad y consideró que ella, su esposo y los integrantes de su gobierno no son importantes, sino “una herramienta del pueblo”.

También consideró que el kirchnerismo generó “el proceso de inclusión educativa más importante que se recuerde en el país”, en medio de lo que definió como “década ganada de federalismo donde todas las regiones fueron incorporadas”.