La comunidad científica aún espera al cometa del siglo; uno que pueda verse a simple vista y por gran parte de la población durante su regreso del perihelio o mayor acercamiento al Sol.
Se pensaba que ISON podría recibir ese título, pero tras llegar a su punto de mayor interacción con el astro, los pasados 28 y 29 de noviembre, se desintegró.
Mario de Leo Winkler, miembro fundador de la Sociedad Astronómica Nibiru de la Facultad de Ciencias de la UNAM, señaló que los registros de los momentos de acercamiento del objeto al Sol, permitirán saber más de la interacción entre la estrella y los cometas.
Cometas rasantes al Sol
ISON era un cometa de los llamados Rasantes al Sol, aquellos que en su órbita pasan muy cercanos a esta estrella, a menos de un millón cuatroscientos mil kilómetros o menos. ISON transitó a un millón cien mil kilómetros del astro.
Mario de Leo explicó que este cometa había sido perturbado en su órbita por la gravedad de planetas, muy posiblemente por Júpiter, y tenía una órbita hiperbólica. Debido a que era la primera vez que pasaba por el Sol, a diferencia de los cometas periódicos que han pasado varias veces, resultaba muy complicado predecir qué sucedería con el objeto.
Durante su tránsito, se pudo determinar que perdía un millón de kilogramos de dióxido de carbono al día y que su color verde lo obtenía por la molécula de carbono que interactúa con partículas solares a altas temperaturas.
De no ser porque su órbita se vio afectada por la gravedad de otros planetas, tal vez hubiera sido de 2 millones de años alrededor del Sol. Además, al provenir de un lugar tan lejano, la Nube de Oort, permite explorar de qué están compuestos los cuerpos en esa estructura.
Al comentar los videos obtenidos con las cámaras de la sonda espacial SOHO (Solar and Heliospheric Observatory), el especialista del Instituto de Astronomía, dijo que, en algunos aspectos, ISON superó las expectativas. Por ejemplo, se había predicho que en su camino al Sol su brillo sería tan intenso como Venus, pero el cometa superó al del planeta.
El momento más crucial, señaló, fue cuando justo llegó a un millón doscientos mil kilómetros del Sol e incrementó su brillo y, aunque en las imágenes de SOHO se observó que sobrevivió a su perihelio, un poco más adelante interactuó con otro material eyectado por el Sol y desapareció, convirtiéndose en una nube de gas y de polvo.
Mario de Leo dijo que, después del cometa Lovejoy, ISON es el segundo cometa rasante que se sabe que sobrevivió su paso al Sol, por lo menos por el perihelio, aunque luego se desintegrara en una segunda interacción.
Las observaciones que se hicieron de ISON en todo el mundo, servirán para estudiar mejor los cometas rasantes al Sol, de los cuales sobreviven muy pocos. Además, dado que los modelos fallaron en sus predicciones, es una oportunidad para que los astrónomos hagan mejores simulaciones en el futuro, concluyó el especialista durante su participación en la Semana de los Cometas, en UNIVERSUM, Museo de las Ciencias.
Dirección General de Divulgación de la Ciencia, UNAM