En México sus redes están ancladas al sector intelectual, al político y al educativo. Ocho universidades y siete colegios, bajo su administración, han formado a los líderes de los ámbitos políticos, económicos y sociales.
Entre ellos, los hermanos Guillén Vicente: Mercedes del Carmen, subsecretaria de Gobernación de Población y Asuntos Religiosos, y el subcomandante Marcos; la ex candidata presidencial Josefina Vázquez Mota; el historiador Miguel León Portilla, y el ex vocero presidencial durante la administración de Vicente Fox, Rubén Aguilar, quien además formó parte de la congregación.
Los responsables son los integrantes de la Provincia Mexicana de la Compañía de Jesús, una de las de mayor peso en el país, a quienes se les identifica siempre con pensamientos liberales, abiertos a la pluralidad, progresistas, críticos y de izquierda, pero, de acuerdo con el especialista Elio Masferrer Khan, su carisma de libertad lleva también a algunos, a estar en la ultraizquierda, el centro, la derecha y la ultraderecha.
La Congregación religiosa, de la cual proviene el cardenal Jorge Mario Bergoglio, hoy Papa Francisco, tiene acción además, por medio de nueve organizaciones sociales como el Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez que ha hecho, desde 1998, un activismo y litigio ante instancias internacionales de derechos humanos y los mecanismos especiales de la ONU, como son los Relatores Especiales.
También dirigen Fomento Cultural y Educativo, que a través de sus centros, han acompañado a comunidades indígenas y obreros, en su esfuerzo por lograr una calidad de vida digna y en la defensa de sus derechos, a través de un proceso educativo y de organización popular, en conformidad con su propia cultura.
Por ello se han involucrado con los mineros de Pasta de Conchos, en Coahuila, los sindicatos Mexicano de Electricistas y el de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana. Sus seis centros de desarrollo espiritual, sus nueve páginas de internet y sus tres revistas son otras de las vías injerencia de la congregación, llegada a México en 1572.
“Los jesuitas somos hombres de frontera, dispuestos a estar en aquellos lugares donde hay situaciones de injusticia, donde otros no pueden o no quieren estar, donde se puede tener un efecto multiplicador en bien de la misión”, señala en su página de internet la Provincia Mexicana de la Compañía de Jesús constituida en la actualidad por 380 jesuitas distribuidos en 56 comunidades, en 18 estados.
Una fuerte concentración de ellos está en las ciudades de Guadalajara y México, donde, en la primera, se ubica el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente y en la segunda, la Universidad Iberoamericana, lugar en el que surgió el movimiento Másde131 que dio origen al #YoSoy132.
El propio José Morales Orozco, rector de la UIA, y quien fue el provincial o representante de la Congregación en México de 1989 a 1995, declararía que el Movimiento #Yo Soy132, que buscaba evitar el sesgo informativo en las campañas electorales, podría ser el resultado de la educación jesuita.
El sociólogo Gabriel Riojas asegura el peso de la Compañía de Jesús, fundada por San Ignacio de Loyola y aprobada en 1540 por el Papa Paulo III, fue notorio desde la época de la Colonia, donde incluso, debido a su importancia y peso tanto en la vida política, económica, social y religiosa, fueron expulsados de México por un periodo. “Por su propio carisma y orientación tiene un fuerte peso intelectual y mucha influencia en circuitos y élites de poder, y más recientemente en circuitos de organización popular de conciencia a nivel de las bases”, comenta el experto.
Ese pensamiento de estar con los “pueblos crucificados” o marginados, lo retomaron algunos jesuitas en la década de los 70, quienes se acercaron a la Teología de la Liberación y estuvieron de manera abierta en oposición al Estado. Experimentaron una división en aquella época, pues integrantes de la congregación rechazaban la Teología de la Liberación, pero otros, incluso, optaron por la guerrilla y se les relacionó con la Liga 23 de Septiembre, movimiento guerrillero de inspiración marxista-leninista.
Su cercanía con la juventud estuvo siempre presente; en 1913 surge la Acción Católica de Jóvenes de Mexicanos (ACJM) que inspirados en la filosofía del sacerdote jesuita, Bernardo Bergoend, tenían el objetivo de restablecer el orden social-cristiano en México, así como formar líderes cristianos “al servicio de Dios, y de la Patria”.
De la mano del francés participarían en la Guerra Cristera, donde muriera fusilado el jesuita Miguel Agustín Pro —beatificado por Juan Pablo II en 1988— quien formó a José de León Toral, asesino del general Álvaro Obregón.
Copia de modelo
El especialista Bernardo Barranco señala que la orden de los Legionarios de Cristo copiaría el modelo de los jesuitas para la formación de cuadros dirigentes.
La agudeza de los jesuitas para la formación educativa y de líderes políticos continúa. “La congregación se encuentra unida y estable. Sus campos de influencia se conservan en el mundo universitario y en el trabajo del campo y urbano. Su postura crítica y reflexiva en torno a todos los temas es más moderna, incluso en los de la Iglesia, está abierta a los retos nuevos”, señala el sociólogo Javier Riojas.