Por: Manuel Narváez Narváez
La visita de Josefina Vázquez Mota, coordinadora del GPPAN en San Lázaro, dejó un buen sabor de boca entre la militancia y simpatizantes que acudieron a escucharla el pasado fin de semana.
La diputada federal ha expresado su interés por contender en la elección interna de Acción Nacional por la candidatura a la presidencia de México. Sería la primera ocasión, si es que lo consigue, que el PAN o cualquier otro partido con posibilidades de ganar, postule a una mujer a la primera magistratura del país.
El desafío resulta descomunal, pues tiene que vencer, no tan sólo a otros aspirantes masculinos dentro del propio partido, sino a toda una cultura machista y misógina que permea a lo largo y ancho del territorio nacional.
Josefina encarna a la generación de mexicanas y mexicanos preparados que vienen empujando por una Nación competitiva acorde a los tiempos modernos. Desde su perspectiva de Mujer, similar a la de naciones como Brasil, Argentina y Alemania, donde sí se han superado tabúes de género, la legisladora cuenta con un palmarés que envidiaría por lo menos el guapito de Atlacomulco, el iracundo de Macuspana y el muñeco solterón del D. F.
Es escritora, política, empresaria, exsecretaria de Educación y de Sedesol, por mencionar una parte pública de su trayectoria. Vázquez Mota ha desarrollado cualidades propias a partir de las oportunidades que se ha ganado en su paso por la administración pública federal, particularmente en temas tan sentidos y demandantes como son la Educación y el Desarrollo Social, aunque la actividad parlamentaria tampoco le es ajena.
Con esa agudeza que la caracteriza para decir las cosas y la manera tan sutil y graciosa para batear o vacunarse contra las preguntas y momento incómodos, Josefina envolvió a los presentes con 40 minutos de anécdotas, vivencias y experiencias, pero también de ánimo y esperanza.
Entrelíneas supo sacudirse a figuras y personajes que acudieron a su evento, no a escucharla, sino a placearse y aprovechar las circunstancias para promover aspiraciones inmediatas. A ellos, Jose, les dijo: tenemos que ser generosos e impulsar otros rostros frescos, porque el partido necesita gente que pueda ganar en las urnas y no sólo en las internas. Más claro ni el agua, no podemos darnos el lujo de poner en las papeletas a los campeones de las derrotas.
Y fue más lejos, “debemos dejar atrás los pleitos y los reclamos que nos dividen”, “no podemos seguir con esas actitudes negativas de siempre”. Recriminó además a aquellos que usan el micrófono sólo para reclamar agravios, pero no para proponer y sumarse a las tareas que el partido requiere. Josefina hablaba con voz firme y elocuente; y, de manera jocosa, restregaba al panismo sus males y padecimientos que lo tienen postrado.
Definitivamente falta mucho para que la historia de la primera mujer candidata del PAN y la primera presidente de México se escriba, más depende del panismo y los mexicanos, que la tinta corra en el futuro mediato.
P.D. Que no se vea en las aspiraciones de Josefina la canasta que anide las vanidades o luchas de género. Es una oportunidad histórica a valorar, sí, porque en mi opinión las mujeres están probadas en la honestidad y el trabajo, pero con la claridad de gobernar sin dogmas o prejuicios.