Por: Manuel Narváez Narváez
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Twitter: @manuelnarvaez65
Con Peña en los Pinos, libertades como la de la expresión se verán acotadas. La intolerancia del candidato tricolor a diferir de él y su proclividad a maquillar la realidad, convalidan la tesis del retroceso con su ascenso al poder.
Los chicos “bien” de la Ibero le hicieron ver su suerte a Enrique Peña Nieto durante la visita de éste al campus universitario. Confiado en la popularidad prefabricada y en encuestas “serias” que lo colocan al frente de las preferencias electorales, usadas como propaganda, el mexiquense y su equipo de campaña no midieron bien el terreno fangoso al que se fueron a meter ese día.
Flotando como globo aeroestático, EPN sólo mira hacia abajo, apenas direccionado por el calorcito y el helio que le suministran las televisoras y la cadena periodística oficial de campaña, la OEM de MVR, que factura poco más de 800 mdp anuales a gobiernos locales. El candidato jamás pensó que el rechazo de los universitarios de la Iberoamericana echarían por tierra los titulares torcidos pos debate que ensalzaban su eficacia ante escenarios adversos.
Una cosa es defender la verdad propia con toda la legitimidad del mundo, eso ni siquiera está a discusión. Lo grave del asunto es que en ese afán de que los vientos no le despeinen el copetillo, recurra al maquillaje informativo para torcer una realidad. Eso simple y llanamente se configura como INTOLERANCIA y REPRESIÓN AL LIBRE EJERCICIO DE PRENSA.
Tan fácil que le hubiese resultado equilibrar la balanza con otro encuentro estudiantil en cualquier universidad de las muchas que controlan gobernadores priístas, para arroparlo y contrarrestar el efecto negativo generado primordialmente en las redes sociales. Pero no, Peña Nieto y su camarilla optaron por la rudeza innecesaria y aplastar todo indicio de inconformidad a su persona y a su imagen. Eso se conoce como TIRANÍA.
Estas prácticas del candidato presidencial del PRI revelan que lo nuevo del viejo régimen es que regresarían con más autoritarismo, pero con la legitimización de un proceso electoral mediocremente democrático.
Con estas y otras demostraciones de incapacidad e intolerancia para encarar con mesura y altitud de miras que ha mostrado Enrique Peña hacia sus adversarios y a quienes difieren de él, que son la mayoría, la imagen de estadista que le confiere el primer “gavioto” Ciro Gómez Leyva, el país se encamina a reeditar los excesos y abusos de una dictadura perfecta como alguna vez la catalogó el escritor peruano Mario Vargas Llosa.
Sin demerito de quienes creen en la propuesta de Peña Nieto, ya sea por convicción, por hartazgo de la situación actual de México, o por razones de conveniencia, los mexicanos no debemos permitir que una persona aglutine tanto poder tan sólo para restaurar la simulación de una democracia moderna al estilo de Vladimir Putin o de Hugo Chávez, y para saldar intereses mezquinos de un puñado de capitalistas sin escrúpulos como don Ricardo, como don Mario, o como la de don Emilio, que quiere hacer su voluntad en los Pinos.
La ley de gravedad no vacila al ejercer su poder de atracción, por eso todo lo que sube, baja. Entre más inflado un globo, mayor altitud. En consecuencia, cuando se agote el combustible en pleno vuelo, la caída será más dolorosa. Los que estamos en tierra somos muchos más que los que se treparon en el globo con EPN, al tiempo.
P.D. Mi agradecimiento al personal militar del noveno regimiento de caballería de Ciudad Juárez y a los oficiales de la PF, por sus atenciones del pasado lunes 14 de mayo, en el puesto de control (PRECOS) del km. 310.