Los pendientes y los retos del sistema de alarma sísmica

Los empleados de la aseguradora sintieron un leve movimiento y luego escucharon a un vigilante dar instrucciones por los altavoces. A paso veloz desalojaron el edificio de 4 niveles localizado en el Centro Histórico. Después supieron con alivio que el sismo de poco más de 6 grados no había causado daño alguno.

Se preguntaban si el Sistema de Alerta Sísmica (SAS) en el Valle de México había fallado: ¿por qué no recibieron el aviso, si unos segundos pueden salvar vidas? Científicos mexicanos especialistas en la materia responden: no es una “tabla salvavidas” y enfrenta varios retos técnicos y sociales.
El investigador Gerardo Suárez Reynoso reconoce que el SAS puede ayudar a agilizar el desalojo de inmuebles y aportar datos valiosos sobre movimientos telúricos, principalmente los originados en la costa occidental; sin embargo, advierte que “no es una panacea” para evitar daños o pérdidas humanas.
El científico del Instituto de Geofísica (IGf) de la UNAM recuerda que el SAS sólo tiene 230 usuarios (entre ellos instituciones de gobierno, el Sistema de Transporte Colectivo Metro, algunas escuelas y estaciones de radio y TV). Por ello, quedan fuera de aviso en caso de un terremoto la mayoría de hospitales, museos, centros comerciales y oficinas.

Por su parte, el sismólogo Shri Krishna Singh, también del IGf, considera que el problema con el SAS es que está basado en estimaciones sobre la magnitud del temblor, una variable relativa que no permite calcular si el movimiento será potencialmente muy destructor.

El científico, quien propone crear un anillo con unos 20 sensores en torno a la zona metropolitana del DF, considera que sería mucho más útil calcular el nivel de intensidad del movimiento.

Retos técnicos y sociales

Suárez Reynoso apunta que el SAS (en operación desde 1991), enfrenta varios retos. Primero, los de tipo técnico, para seleccionar los equipos, sistemas de telecomunicación, de análisis de información y de emisión de alertas más apropiados.

Y en segundo término, añade el académico, están los retos sociales para definir los objetivos, usuarios y protocolos de acción para la población en casos de emergencia, pues “de nada sirve la tecnología si no sabemos cómo reaccionar”.
El SAS depende del Centro de Instrumentación y Registro Sísmico, una asociación civil auspiciada por el gobierno del DF cuya función es detectar sismos importantes (de magnitudes mayores a 5) generados en las costas de Guerrero y avisar con al menos 50 segundos de anticipación sobre la llegada de ondas sísimicas.
Esto es posible porque las ondas sísmicas superficiales (que son potencialmente más dañinas, ver infografía) se desplazan a velocidades de entre 3.5 y 4 km por segundo. Estas tardan entre 75 y 80 segundos en viajar de las costas de Guerrero al DF (poco más de 300 kms).
Así, la detección de un temblor en Guerrero, la estimación de su magnitud probable y el envío del respectivo mensaje de alerta (si es vía satélite o por radio esto sucede casi de manera instantánea, para efectos prácticos) dejan un margen de al menos 50 segundos antes de la llegada de las ondas superficiales al DF.
Sin embargo, según comenta Krishna Singh, los sismos pueden ocurrir fuera del área donde están los sensores, por lo que las lecturas varían.

Así, mientras algunas estaciones emiten una alerta generalizada (porque estiman un movimiento mayor a 6 grados) otras sólo la envían a instituciones de emergencia.

Esto explica por qué en el DF en ocasiones muchos inmuebles reciben la voz de alerta y otros no.
Redes sísmicas… y on line

La cobertura del SAS se está ampliando: además de las gestiones del gobierno local por llevarla a más sitios, ya existen aplicaciones gratuitas para teléfonos Blackberry (http://www.caepccm.df.gob.mx/appalertasismica) y Iphone (app Urban 360). Y la empresa Skyalert comenzó a ofrecer el servicio pagado de alarma vía satélite a sus suscriptores mediante un dispositivo USB.

Sin embargo, aunque la tecnología no falle, todavía falta resolver las grandes limitaciones asociadas con la escasa cobertura del SAS y con la deficiente cultura de prevención de riesgos en el país.
Para ello, México se ha sumado a la Red Mundial Atrapasismos (Quake Catcher Network, http://qcn.stanford.edu/), proyecto impulsado por la Universidad de Stanford, en California (EU) para constituir una red mundial de alerta basada en sensores coenctados a las computadoras personales de los usuarios suscritos.
Otra tendencia es el aprovechamiento de las redes sociales digitales, principalmente twitter para difundir mensajes de alerta sobre sismos.
Pero el aún escaso número de usuarios en comparación con toda la población sigue siendo una limitante (en México sólo el 20% de usuarios de Internet, unos 35 millones, se conecta regularmente a twitter).

“Todo lleva un camino y los sistemas de alerta tienen que ser acordes con las poblaciones: no todos (en México) tienen conexión a la red, a diferencia de otros países, donde el porcentaje es muy alto”, dice el investigador Víctor Espíndola.

“Los temblores suceden todos los días, pero los que causan daños, muy pocas veces. Si vamos a tener esta información disponible (a través de las redes digitales) y hacerla del dominio público no tendrá ningún efecto”, comenta por su parte Krishna Singh.

“Independientemente de los sistemas de alerta, hay que entrenar a la gente para que sepa qué hacer en casos de emergencias”, advierte.