Magistrados ‘cuidan’ a rival de El Chapo

Jorge Rubén Beltrán León, alias «El Charrito», vinculado al Cártel Beltrán Leyva, y quien libraba una guerra para controlar Sinaloa contra Joaquín “El Chapo” Guzmán e Ismael “El Mayo” Zambada antes de ser detenido, ahora pelea con amparos en el penal federal de Puente Grande, del que se escapó su rival.

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Beltrán León, líder de la banda “Los Charritos”, que protagonizaron ejecuciones en Sinaloa e incluso dentro de los penales en donde estaban sus miembros recluidos, también era acérrimo rival de Manuel Torres Félix “El M1”, mejor conocido como “El Ondeado”, brazo ejecutor del “Mayo”, y quien murió en un enfrentamiento contra el Ejército.

“El Charrito” fue castigado recientemente por el Consejo Técnico Interdisciplinario del penal federal luego de que el narcotraficante le mentó la madre a un custodio e hizo extensiva la grosería a todo el Consejo, pues estaba molesto porque no le permitieron bañarse antes del desayuno.

“Impuso al aquí impetrante la corrección disciplinaria por noventa días de suspensión total de estímulos, incluyendo la visita familiar e íntima y restricción de tránsito a los límites de su estancia, que constituye el acto reclamado”, señala la revisión principal 13/2014 del Segundo Tribunal Colegiado en Materia Penal del Tercer Circuito.

Beltrán León tras ser castigado solicitó un juicio de garantías al Juzgado Primero de Distrito de Amparo en Materia Penal contra las acciones del Consejo y el centro penitenciario y en la toca 1310/2013 el tribunal ordenó que el reo recibiera sus beneficios, incluyendo la visita conyugal.

Ante el fallo las autoridades penitenciarias tramitaron la revisión de la decisión del juez, por lo que los magistrados del Segundo Tribunal Colegiado en Materia Penal del Tercer Circuito revisaron el caso y confirmaron la sentencia, por lo que “El Charrito” debe recibir de nueva cuenta a sus familiares.

“Al haber sido infundados los agravios de las autoridades recurrentes, procede CONFIRMAR la sentencia de amparo impugnada, que otorgó el amparo al quejoso para los efectos precisados en dicha sentencia, contra la corrección disciplinaria consistente en noventa días de restricción de tránsito a los límites de su estancia y suspensión total de estímulos, entendiéndose por éstos, solamente los que contempla el artículo 5 del Manual de Estímulos y Correcciones Disciplinarias de los Centros Federales de Readaptación Social (incluyendo la visita familiar e íntima)” concluyeron los magistrados.

El Segundo Tribunal Colegiado consideró que el Consejo Técnico no dio oportunidad a “El Charrito” de armar su defensa y que en la misma sesión en la que negó los hechos, fue impuesta la sanción y se le notificó.

“Se ‘vedó’ al quejoso la oportunidad de ofrecer y desahogar las pruebas que estimara convenientes, sin que obstara al caso que el interno no ofreció pruebas en la referida sesión, pues se estimó que no se le dio la posibilidad de preparar su defensa, para lo cual tenía que estar debidamente notificado, abrir un período probatorio razonable y con la oportunidad suficiente para que el afectado preparara su defensa y, en su caso, alegar lo que estimara pertinente, para posteriormente dictar la resolución que dirimiera la controversia, lo que en el caso no sucedió. Por lo que el actuar de las autoridades recurrentes transgredió los derechos constitucionales de audiencia, debido proceso y defensa adecuada”, expusieron los magistrados.

“El Charrito”, cuyo origen es del grupo de Gonzalo Araujo Payán, “El Chalo”, quien era jefe de sicarios de “El Mayo”, fue detenido en el 2005 luego de que ejecutó a un agente ministerial, pero en el 2007, luego de ser herido en el interior de la penal tras una riña, fue enviado al Hospital Civil de Culiacán bajo custodia de una docena de elementos.

Sin embargo un comando conformado por al menos 40 sicarios llegaron al nosocomio, desarmaron a los guardias y se llevaron a su jefe “El Charrito”, quien permaneció prófugo sólo tres meses, pues fue recapturado por el Ejército en una casa de seguridad en la Colonia Canaco en la que tenía “cuernos de chivo” y armas cortas.

Beltrán León enfrenta cargos por al menos ocho homicidios, cuatro violaciones y crímenes relacionados con el crimen organizado y desde la prisión de la que escapó su rival “El Chapo”, también arma su guerra legal.