CIUDAD DE MÉXICO, 6 de agosto.- Las niñas, los niños y los adolescentes siguen siendo el grupo de población, visto por edad, que enfrenta las mayores condiciones de vulnerabilidad social, así como los más graves niveles de carencia por acceso a la alimentación, a la salud, a la seguridad social y a la calidad de los servicios en la vivienda.
En evidencia, al ser las personas en mayor grado de indefensión por su condición etárea y jurídica, dependen de la protección y de las capacidades de cuidado que pueden ofrecerle tanto sus familias como las instituciones del Estado mexicano.
Pensar en lo que podría llamarse “la condición social de la niñez”, implica asumir que además de la fragilidad y dependencia social y jurídica en que viven cotidianamente, Las niñas, los niños y los adolescentes enfrentan además diversas vulnerabilidades relacionadas con, por citar sólo dos ejemplos, su pertenencia a pueblos o comunidades indígenas, o bien el vivir con algún tipo de discapacidad o necesidades especiales.
La insuficiencia de información
Desde la década de los 80 del siglo pasado, en el marco de las acciones del “Decenio de las Naciones Unidas para las personas con discapacidad”, se hizo evidente que en la mayoría de los países, y en particular en el nuestro, no existían datos oficiales confiables en torno a la magnitud que tienen las distintas discapacidades en nuestro país.
Fue hasta el año 2000 cuando se incorporó por primera vez en la estructura del cuestionario del Censo Nacional de Población y Vivienda una batería de preguntas relativas a la condición de discapacidad de las personas al interior de los hogares mexicanos.
En el Conteo Nacional de Población y Vivienda 2005 esta información no fue actualizada, ni tampoco se llevaron a cabo ajustes retomando otras fuentes de información, tales como las Proyecciones de Población 2005-2030, que presentó el Consejo Nacional de Poblacion (Conapo) en su momento.
En el Censo del año 2010 volvió a incorporarse un módulo relativo a los datos sobre las personas con algún tipo de discapacidad, pero con una metodología distinta a la utilizada en el año 2000, por lo cual no fue posible llevar a cabo un ejercicio de análisis longitudinal sobre la evolución de la carga de la discapacidad entre la población mexicana.
El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) define a las personas con discapacidad como “aquellas que tienen una o más deficiencias físicas, mentales, intelectuales o sensoriales y que al interactuar con distintos ambientes del entorno social pueden impedir su participación plena y efectiva en igualdad de condiciones a las demás”.
Con base en esta definición en el Censo se consideró como característica definitoria de la discapacidad el concepto de “limitación”; de ahí que según los resultados del Censo 2010, en México habría cuatro millones 527 mil 784 personas que enfrentan algún tipo de limitación en sus interacciones con contextos sociales.
La mayoría fueron identificadas como personas que tienen limitaciones motoras: de ellas el INEGI contabilizó un total de dos millones 437 mil 397, suma equivalente a 53.8 por ciento del total de personas que viven en estas circunstancias.
En segundo lugar se encuentran las personas que viven con algún tipo de limitación visual; de ellas el INEGI estimó que en el 2010 había un total de un millón 292 mil 201 personas en esta condición, es decir 28.5 por ciento del total de personas que viven con algún tipo de limitación.
En tercer lugar se encuentran las personas con algún tipo de limitación auditiva; ella suman un total de 498 mil 640; mientras que aquellas que enfrentan alguna limitación del lenguaje ascienden a 401, mil 34. Finalmente, si se suma a todas las personas con algún tipo de limitación mental, el total asciende a 658 mil 179.
La pobreza infantil
Para poner en contexto las condiciones en que vive la niñez mexicana que se encuentra en alguna condición de discapacidad es necesario destacar que en la medición multidimensional de la pobreza 2012, las niñas, los niños y los adolescentes aparecen una vez más como quienes enfrentan las mayores condiciones de marginación.
En efecto, mientras que para la población mayor de 18 años el porcentaje de personas en pobreza equivale 41.3 por ciento de ese segmento demográfico, entre las personas menores de 18 años, el porcentaje es del 53.8 por ciento respecto de los casi 41 millones que hay en el país. En números absolutos lo anterior implica que en México 21.2 millones de niñas, niños y adolescentes viven en condiciones de marginación.
De ese total, el Coneval estimó en 4.7 millones el número de niñas, niños y adolescentes que viven en condiciones de pobreza extrema; adicionalmente debe decirse que 28.1% del total de quienes tienen menos de 18 años viven en condiciones de vulnerabilidad por carencia de acceso a la alimentación, lo cual implica un total de 11.1 millones de menores que enfrentan todos los días el drama de una malnutrición.
Lo anterior se ve reflejado también en la Encuesta Nacional sobre Salud y Nutrición 2012, la prevalencia de baja talla en menores de cinco años es de 13.6%; la prevalencia de emaciación (peso inferior al que corresponde a la estatura y edad de las personas) es de 1.6%; finalmente la prevalencia de bajo peso en menores de cinco años de edad es de 2.8%.
La pobreza y la discapacidad
Aun cuando los datos relativos a la pobreza en que viven las personas con algún tipo de discapacidad no fue desagregada por grupos de edades, el dato correspondiente al porcentaje de este grupo de población que vive en pobreza multidimensional permite estimar la magnitud de la marginación que las niñas que viven con alguna limitación enfrentan.
Lo primero que debe decirse es el dramático crecimiento que en números absolutos hubo de personas con discapacidad en pobreza, entre los años 2010 y 2012; en efecto según el Coneval, de 2.9 millones en el primer año citado a 3.5 millones en el segundo.
Al contrario de la tendencia nacional de este grupo de población la pobreza extrema no sólo no disminuyó, sino que presentó un significativo incremento al haber pasado de 800 mil personas en el año 2010 a 900 mil en el año 2012.
Otro dato significativo es el incremento en el número de personas con algún tipo de discapacidad que se encuentran en circunstancias de rezago educativo; en este indicador la cifra creció de 3.4 a 3.8 millones; lo mismo ocurre con el número de personas sin acceso a la seguridad social, pues el incremento fue de 2.9 a 3.1 millones en el período considerado.
Finalmente debe destacarse que el número de personas con algún tipo de discapacidad que viven en condiciones de vulnerabilidad por carencia de acceso a la alimentación pasó de dos millones a 2.2 millones entre los años 2010 y el 2012.
Como puede verse, estos datos revelan la magnitud de la pobreza que deben enfrentar las niñas y niños con algún tipo de discapacidad; a ello debe agregarse la pobreza de los menores que, sin vivir con discapacidad, son hijos de alguna persona que sí la enfrenta; con lo que seguramente cientos de miles de infantes cuyos padres viven con alguna limitación, seguramente se encuentran también entre quienes fueron considerados pobres o pobres extremos en la reciente medición del Coneval.
Lo que es evidente es la urgente necesidad de poner a la niñez al centro de todas las prioridades y definiciones de las políticas públicas, pues no podemos ser un país inapropiado para las niñas y los niños.