Vive en Houston, Texas, estado donde se han presentado los primeros casos de ébola en Estados Unidos. La zona también concentra algunos de los laboratorios más importantes del mundo, donde se trabaja, a contratiempo, en elaborar vacunas contra el mortal virus, que hasta inicios de este mes suma 8 mil 376 casos y 4 mil 24 muertes en el mundo, en su mayoría en África, según la Organización Mundial de la Salud.
El doctor Víctor Fainstein es el jefe de Enfermedades Infecciosas del hospital Metodista de Houston. En esta semana visitó Guayaquil para varias conferencias.
El especialista hace un análisis de la situación del ébola en el mundo y un llamado a la calma pues, recalca, de seguirse los protocolos, no hay riesgo de una epidemia global.
¿Por qué es tan letal el ébola en África?
Se habla de un 80% de mortalidad, mientras que en los casos exportados, por el tratamiento, el porcentaje baja a 50%. Desafortunadamente, África tiene una infraestructura de salud pública y hospitales que reflejan su pobreza. Por eso fallecen por cosas mucho más simples, lo que no ha ocurrido en otros países.
La deshidratación, por ejemplo. Sí, problemas con electrolitos. Algunas personas tienen diarreas hasta 20 veces al día. Si en estos casos reciben potasio, sodio, líquidos intravenosos, son asistidos en terapia intensiva logran recuperarse.
Pero si se deshidratan aparece la insuficiencia renal y en África no hay diálisis ni sueros, es terrible. A esto hay que añadir sus costumbres. Los africanos son muy apegados entre sí.
Si un familiar se persona se enferma, el resto en la casa lo atiende, lo abraza, lo toca sin protección, aunque esté sangrando. Lo mismo sucede con los cadáveres y sus rituales. Eso aportó a la rápida diseminación.
¿Hace falta difundir más campañas informativas sobre la enfermedad?
En América Latina ya se han encendido alarmas por varios casos exportados. No se va a tener una epidemia por el modo en que se transmite. Hay que conocer que el ébola se transmite por contacto con fluidos, sangre, excremento, orina, saliva, pero no por toser.
No es como un catarro o la influenza. Por ese desconocimiento entonces surge la llamada epidemia de pánico. Sí; y no hay por qué entrar en pánico. La epidemia sí existe en África, pero en el oeste del continente y solo en Ginea, Liberia, Sierra Leona y Nigeria. Pero no hay una epidemia en el mundo, solo casos esporádicos, todos exportados de África.
¿Qué tan determinante ha sido el aporte investigativo de la ciencia?
El virus se descubrió por primera vez en 1976, ya son 38 años y hay pocos avances. El ébola era una enfermedad que solo se veía en África, que afectaba a poca gente. Cada año o cada tres años había un pequeño brote, con unos 30 infectados, y se acababa. Desafortunadamente, el mundo occidental no le puso atención.
¿Las farmacéuticas multinacionales tampoco?
Tampoco. Hace ya algún tiempo hubo un par de vacunas, de acuerdo con los institutos nacionales de salud de Estados Unidos, pero no sirvieron. Ahora, como hay tantos casos y casos en el mundo occidental, en Alemania, España, Australia, Estados Unidos… se aceleran esfuerzos. Debemos ser conscientes de que este es un problema del mundo y los africanos son parte del mundo.
En Estados Unidos, particularmente, ¿qué aportes sobre ébola han surgido?
Hay mucha investigación, por ejemplo, por la amenaza del ébola como arma para el bioterrorismo. Ahora hay dos medicamentos en fase de estudio. En el país hay cuatro laboratorios con nivel de bioseguridad 4, el máximo para este tipo de ensayos; y uno está en Galveston, un puerto a una hora de Houston, donde se están haciendo pruebas en primates. Estados Unidos también ha enviado 200 expertos epidemiólogos que están en África ayudando a contener la epidemia.
¿Por qué es tan difícil obtener una vacuna?
Es muy complicado. Empezando porque la elaboran con plantas de tabaco y toma casi seis meses hacer un estudio en chimpancés o gorilas.
¿Hace falta apoyo económico de los gobiernos o de organismo para poder contener el ébola?
Primero, es carísimo tratar de desarrollar una vacuna o medicamento. Pero claro, se necesita apoyo económico, no solo para el desarrollo de una medicina sino también para ayudar a África a frenar la epidemia a escala local.
¿Qué tan efectivos son los tratamientos con sangre de supervivientes?
Están los casos de misioneros que contrajeron el virus y no fallecieron o una aldea, Gabón, en África, donde han desarrollado una buena inmunidad. La vacuna no vendrá de ellos, vendrá del laboratorio. Pero mientras salga esa es una buena opción. Sacan la sangre de quienes sobrevivieron al virus y desarrollaron anticuerpos, obtienen el plasma y se lo inyectan al enfermo.
Y sí funciona. ¿Por qué ocurren los casos de transmisión en el personal médico, como vimos en Estados Unidos y España?
Es muy difícil sacarse el famoso traje. La gente suda, tienen como dos o tres capas de guantes, las botas… parece que estuvieran en el espacio. Cuando se lo sacan lo hacen muy rápido y hay que ir lentamente, lavarse los guantes, las batas, que son tres y están contaminadas. Si no se cuida el virus entra por la piel. Yo creo que eso les pasó a las enfermeras en Dallas y España, todos tenemos cortaditas en la piel, aunque no se vean.
¿Qué tan efectivos son los controles en aeropuertos?
Uno de los parámetros no solo el lugar de donde llegan pasajeros, sino también la presencia de fiebre. Son solo medidas de precaución. Pero hay estudios que indican que la mayoría de personas que regresan de África, y que presentan calentura, adquieren paludismo, fiebre amarilla, tifoidea, que son comunes en todo el continente. Nunca, hasta hace un año, se hubiera sospechado de ébola.
¿Cómo han tratado los casos en Texas?
Ya suman tres casos allá. Todos los hospitales tienen protocolos. En el nuestro, el Hospital Metodista de Houston, que es el mejor de Texas, estamos bien preparados. Tenemos un equipo listo para entrar en acción, desde la sala de emergencia, con enfermeras y médicos entrenados, una de las siete salas de terapia intensiva designadas para estos casos.
Hemos hecho cinco simulacros y todos han sido exitosos.
Hoja de Vida
Dr. Víctor Fainstein – Jefe de Enfermedades Infecciosas y Director Médico del Hospital Metodista de Houston, en Texas, Estados Unidos. – Ha laborado por 26 años en este centro médico. – Catedrático en Medicina Interna en las universidades Cornell y Baylor. – Ha publicado 125 artículos científicos. – Ha sido consultor para la División Panamericana de Enfermedades Infecciosas de la Organización Mundial de la Salud.