Padecemos hambres y climas extremos, relatan tarahumaras

«Nosotros cuando tenemos hambre, vamos a trabajar en la ciudad, mucha gente sale a trabajar en la ciudad», cuentan en Chihuahua

CARICHI, Chi. 23 de enero.- Los Tarahumaras son una raza que no se dobla ante la adversidad, tienen siglos padeciendo hambres y soportando climas extremos… pensar en que ellos se pudieran quitar la vida, por las condiciones de pobreza extrema, es inverosímil, es desconocer su fortaleza y su idiosincrasia. No importa que tengan que caminar durante días, ellos salen a buscar alimento como lo confirmó el indígena Tarahumara Juan Rodríguez.

“Nosotros cuando tenemos hambre, vamos a trabajar en la ciudad, mucha gente sale a trabajar en la ciudad, otros se quedan aquí y otros cuando consiguen trabajo poquito que saque dinero y viene y apoyan a los que están acá y también los indígenas nos vamos a pedir Korima a la ciudad”, dijo.

Esta etnia habita desde hace siglos, en la Sierra de Chihuahua, sus problemas de extrema pobreza no son nuevos. Ellos han padecido todo tipo de carencias a lo largo de su historia. Sin embargo, en las últimas fechas la escasez en la que siempre han vivido se ha agudizado por la falta de lluvia, pues ellos viven de la agricultura, siembran maíz y frijol para consumo propio, así que si no llueve, no hay cosecha, aseguró Ignacio Varela, Presidente Municipal de Carichi.

“La Sierra Tarahumara es la más azotada, allí casi no tienen labores, la poca lluvia que cae, se va a los ríos, se escurre, los vientos la evaporan, este año pasado, en el ciclo de cosecha pasado no se levanto absolutamente nada”, apuntó.

Para conocer exactamente cómo viven, sus carencias y necesidades, decidimos trasladarnos para convivir con una de las 25 mil familias indígenas que habitan en estos inhóspitos territorios, ubicados entre los mil 800 y dos mil 500 metros sobre el nivel del mar, en la Sierra Madre occidental, sus viviendas están disgregadas a lo largo y ancho de 55 mil kilómetros, en el extenso territorio chihuahuense.

No es fácil llegar a sus viviendas, por lo tanto para ellos tampoco es fácil salir de sus comunidades, señaló el comisario Tarahumara Valentín Chávez.

“Si alguno tiene que salir, regresa después de una semana, dos semanas allá y trabaja dos semanas y viene y así se dura hasta meses por allá y tenemos que dejar a las familias solas, no nos queda de otra, es muy triste oiga usted”, declaró.

Después de horas de camino y de conversar con los tarahumaras que nos encontrábamos, llegamos a nuestro destino en sierra Tarahumara, el destino nos llevó con la familia Rodríguez, ellos habitan en un lugar llamado Chupáche, son seis hermanos, cada uno tiene su humilde vivienda, son los únicos que habitan esa seca región, en las alturas de una cañada, desde donde se puede ver hacia abajo el Rio Conchos, a pesar de que llegamos al comenzar la noche y las familias ya se encontraban a punto de irse a dormir, nos abrieron las puertas de sus viviendas, convivimos con ellos unos momentos antes de irnos a dormir, fue una noche larga y fría, muy fría, con temperaturas bajo cero, pero eso es algo a lo que ellos están acostumbrados.

Duermen en el suelo, en cuartos de tres por dos metros hechos de adobe o piedra, en la mayoría de los casos, hombres y mujeres en la misma habitación, algunas casas llegan a tener a lo mucho dos habitaciones, pero estas son las menos.

Una vez que amanece en la Sierra Tarahumara, los hombres salen a cortar leña…prenden fuego para mitigar el frío y para que las mujeres prepararen el poco alimento que les acaban de regalar…los niños despiertan y piden de comer, ellos no saben nada de lo que les cuesta a sus padres conseguir un poco de alimento para sobrevivir…este año las condiciones de sequía, hicieron que la tierra se negara a dar su fruto por eso muchos tuvieron que salir a buscar comida, a buscar trabajo, aseguró el comisario de Baquiachi, Valentín Rodríguez.

Consiguen alimento para comer uno o dos días… Y en la mayoría de las veces comen solo una vez al día, pues cuando se acaba el alimento la incertidumbre vuelve…así han vivido durante siglos.

Los Tarahumaras no solo padecen hambre, padecen también sed tienen que caminar varios kilómetros para conseguir un poco de agua…pues los ríos están casi secos, dice Juan Rodríguez.

“Tenemos que caminar muchos kilómetros para traer un poco de agua, a veces días, necesitamos que el gobierno nos ayude, necesitamos agua potable, porque el agua que traemos es de la poca que hay en el rio y a veces no es buena para tomar, nos enfermamos mucho y no hay medicinas, las brigadas medicas vienen cada dos meses y a veces ni vienen”, detalló.

Otro problema con el que se enfrentan cotidianamente, es ese precisamente, las enfermedades, tanto respiratorias, como intestinales, las condiciones de miseria y falta de higiene, además de las condiciones climatológicas extremas los acosan constantemente, además acceder a la Sierra Tarahumara no es cosa fácil, hay que recorrer caminos casi intransitables por horas y horas… llevar la ayuda alimentaria o medica es una proeza.

No obstante las carencias y necesidades de esta raza, sus costumbres y virtudes se mantienen al 100 por ciento, como nos lo muestra don Evaristo, un viejo indígena Tarahumara quien al vernos llegar, nos recibe con su violín y nos toca una armoniosa melodía ancestral.

El general como lo conocen en su región, es un curandero de 70 años, quien a pesar de su alcoholismo, un problema también ancestral en el que se refugian los Tarahumaras, no pierde su virtuosismo y su alegría por pertenecer a esta raza de indígenas, quienes a pesar de las adversidades ancestrales se mantienen unidos y no se dejan morir, cuando alguien se enferma, el general les medica hierbas.

“Yo les doy de las hierbitas para que sanen, pero también le pedimos a Dios, que está allá arriba, que nos ayude, y siempre nos ayuda, nunca nos ha dejado solos, Dios es muy bueno”, indicó.

Ellos agradecen por la ayuda que les está llegando, pero están conscientes que con paso de los días o semanas, todo volverá a la normalidad, volverán los días de hambre, los días en que tendrán que caminar y caminar para bajar a las ciudades a pedir “Korima” -ayuda- no les queda de otra, así ha sido siempre.

Así se vive en la Sierra Tarahumara, donde las montañas, a través de los siglos, han sido fiel testigo de las leyendas que esta Raza de humanos, de los cuales tenemos mucho que aprender, construyen día a día.