La madrugada del 22 de noviembre de 1963 había estado lloviendo en Dallas y amaneció gris y nublado, poco apetecible para un paseo en coche convertible. Pero entonces se produjo el efecto “Kennedy weather”, consistente en que, allá donde aterrizaba el avión del presidente, salía el sol. Leyenda o no, lo cierto es que, efectivamente, esa mañana salió el sol y el presidente y su esposa Jacqueline, tan popular como él, no iban a renunciar a un baño de masas por unas cuantas gotas de lluvia amenazantes. Con esa decisión firmó su sentencia de muerte y cambió el curso de la historia.
Nunca sabremos si su asesino o los que quisieron asesinarlo habrían encontrado otra oportunidad como la que se presentó esa mañana. Pero eso poco importa; porque, cincuenta años después, sólo el 36% de los estadunidenses se cree la versión oficial, a la que llegó la Comisión Warren un año después del magnicidio y que determina que el único asesino fue el único atrapado, Lee Harvey Oswald. Lo que sigue obsesionando medio siglo después a millones de estadunidenses y sigue fascinando a los amantes de los casos sin resolver y de las teorías conspirativas es quién ordenó matar a Kennedy y por qué.
Conclusión polémica. Más que una exhaustiva y rigurosa investigación policial, el informe final de la Comisión Warren parece un parte psicológico. Dice así:
“Lee Harvey Oswald no parece que fuera capaz de relacionarse con otra gente. Estaba permanentemente disgustado con el mundo que le rodeaba. Antes del asesinato ya había expresado su odio a la sociedad estadunidense. Buscaba un lugar en la historia, que fuese reconocido como un gran hombre, adelantado a su tiempo. Su compromiso con el marxismo y el comunismo fue también un factor importante para hacer lo que hizo. También demostró ser capaz de actuar de forma impulsiva y sin que le preocupasen las consecuencias. Todo esto y muchos otros factores que moldearon su personalidad, convirtieron a Oswald en alguien capaz de asesinar a Kennedy”.
Así de simple y de rápido dio carpetazo Washington a un magnicidio que traumatizó a toda una nación, que exigía culpables, como los exigió con las otras dos noticias que más causaron conmoción nacional, el ataque japonés a Pearl Harbour, al que Estados Unidos respondido de la manera más inhumana, con dos bombas atómicas; y el 11-S, cuya sed de venganza fue saciada con el asesinato de Osama bin Laden.
La investigación de la Comisión Warren dejó frustrada a la opinión pública estadunidense porque no señaló ningún poderoso enemigo con el que poder vengarse, sólo culpó a un pobre chiflado con muy buena puntería, que una mañana decidió por su cuenta, de una manera tan absurda y tan fácil, cargarse al presidente más carismático e icónico que ha dado el país. Entre estos incrédulos está el propio secretario de Estado, John Kerry, quien confesó la semana pasada a la cadena NBC que tenía “serias dudas de que Lee Harvey Oswald hubiese actuado solo” y tenía “serias dudas” sobre si los integrantes de la Comisión Warren “fueron hasta el fondo de la influencia que pudo recibir Oswald de Cuba y de Rusia”.
De hecho, la Comisión Warren no consideró elementos altamente sospechosos, como una grabación que recoge un cuarto disparo, cuando Oswald sólo disparó tres veces. Este supuesto segundo tirador de la llamada “bala mágica”, habría disparado desde la explanada de césped, justo enfrente del edificio desde donde disparó Oswald. Tampoco consideró la Comisión que Oswald hubiese vivido en la Unión Soviética, ni su misterioso viaje a México, donde intentó por todos los medios que la embajada cubana le tramitase una visa para ingresar de nuevo en el país y de ahí regresar a la URSS.
No es de extrañar, por tanto, que la mayoría siga sin aceptar la versión oficial. El apresurado “caso cerrado” no hizo sino alimentar aún más la sospecha de que detrás del asesinato del presidente más idolatrado se escondía una oscura y peligrosa trama.
“Top five” conspirativo. Según resume ABC News estos son las cinco teorías que aún resisten el paso del tiempo:
1.- Fueron los soviéticos. Nikita Jruchov está furioso porque había tenido que dar marcha atrás a su sueño de desplegar misiles cubanos, luego de ser descubierto por la inteligencia estadunidense y ser obligado por el presidente Kennedy a desistir de sus planes. Oswald había vivido en la URSS y se había casado con una rusa. Sin embargo, la Comisión Warren y posteriores investigaciones nunca dieron credibilidad a las declaraciones de un ex agente del KGB que aseguraba que Rusia jugó un papel importante en el complor para asesinar a Kennedy.
2.- Fue la mafia. La mafia quería asesinar a Fidel Castro por arrebatarle sus casinos en Cuba cuando ganó la revolución. La teoría dice que los mafiosos se asociaron con los anticastristas para que éstos mataran a Kennedy, a cambio, los mafiosos buscarían la manera de matar a Castro.
3.- Fueron los cubanos. Dado que agentes estadunidenses trataron varias veces de asesinar a Castro, éste decidió contraatacar, matando a Kennedy, quien, además impuso el embargo. El propio presidente Lindon Johnson dijo en una ocasión a la ABC en 1968: “Kennedy estaba intentado cargarse a Castro, pero fue Castro quien se lo cargó a él primero”. En 1979, Castro dijo que esta teoría era “absolutamente demencial”.
4.- Fue Lyndon Johnson. La ambición habría llevado a Johnson, entonces vicepresidente, a orquestar el asesinato con ayuda de la CIA y de magnates que pensaban que podrían sacar mayor tajada de un gobierno sin Kennedy. Según algunos, le habría ayudado nada más y nada menos que George Bush padre, entonces un floreciente agente de la inteligencia estadunidense y que aquel día se encontraba en Dallas.
5.- Fue La CIA. La fama de la Agencia Central de Inteligencia como ejecutora de asesinatos políticos durante los 60 la convierte en otra candidata entre los conspiradores. Una teoría dice que Oswald sería, en realidad, agente de inteligencia de EU y su archivo en el FBI habría sido falsificado para hacerle aparecer como un lobo solitario comunista.
“Es mi marido; es su sangre, su cerebro está esparcido sobre mí”
Días después del magnicidio, Jackie Kennedy relató a la revista Life la muerte de Jack, como llamaba familiarmente a su marido. Con la mayor entereza posible, para una primera dama que acaba de quedarse viuda con apenas 34 años, relató al periodista Teddy White el momento del tiroteo:
“Oí esas pequeñas detonaciones. Vi como Connally [el gobernador de Texas que viajaba junto a su esposa en el asiento intermedio, entre el piloto, el copiloto y la pareja presidencial, y que resultó herido] se agarraba los brazos… Jack se volvió y yo me volví… Todo lo que recuerdo es un edificio grisáceo enfrente. Entonces Jack se volvió… Parecía desconcertado… Entonces se desplomó hacia atrás…Pude ver cómo se le caía un pedazo de cráneo”.
Luego, en la sala del hospital, el doctor Ronald Jones (entonces tenía sólo 30 años) comenzó a intentar resucitar a Kennedy con una traqueotomía hecha en la herida saliente de la bala que le entró por la nuca del presidente. No se percató, recuerda estos días, a sus 80 años, que una bala había seccionado parte del cráneo del presidente porque su cabeza reposaba sobre la camilla. Fue entonces cuando Jackie, que se negó a marcharse de la sala, alegando que “es mi marido; es su sangre, todo su cerebro está esparcido sobre mi”, se acercó a la enfermera jefe y sin soltar una sola lágrima, le entregó parte de la “masa cerebral y un trozo de cráneo” que guardaba celosa en su mano derecha protegida por un guante.
No lloraría, recuerda El País en su edición digital, hasta que se despidió de Jack con un beso y colocó su alianza de matrimonio en el dedo meñique de su marido. El presidente era declarado cadáver 12 minutos después de entrar en la sala de emergencias. Era la 1 de la tarde en Texas.
La conexión mexicana
El 26 de septiembre de 1963, Lee Harvey Oswald llegó a la ciudad de México en un autobús procedente de Nuevo Laredo. Busca desesperadamente una visa para entrar en la Cuba castrista y de ahí viajar a la Unión Soviética. Un día después se presentó en la embajada, donde fue atendido por la secretaria del consulado, Silvia Tirado de Durán, quien, cuenta la leyenda, se convirtieron en amantes fugaces. Cuenta una teoría conspiratoria que ella era una agente castrista, a la que se le indicó negarle la visa a Oswald (no dejó buen recuerdo a su paso por la URSS, demasiado impulsivo), pero sí que intentara conocerlo “íntimamente”.
“No era atractivo”, responde lacónicamente Silvia, que ahora tiene 76 años, desde su casa en la capital mexicana a la periodista que dio con ella, Alejandra Xanic.
Pero Elena Garro, la primera mujer de Octavio Paz, relató al entonces agregado político en la embajada de EU, Charles Williams, que en esos días fue a una fiesta de intelectuales procastristas, en la que apareció Oswald junto a la bella Silvia, quien además era pariente suya. Allí también estaba el cónsul cubano, Eusebio Ascué, jefe directo de Silvia, y quien, asegura Garro, comentó abiertamente que tenía la esperanza de que alguien asesinara a Kennedy, porque representaba una amenaza para la revolución cubana y la supervivencia del régimen de Fidel Castro.
Tres días después, Oswald regresa a EU sin permiso de entrada a Cuba. Lo siguiente que se supo de él fue menos de dos meses después, cuando fue acusado del asesinato de Kennedy.
1.- 22 de noviembre de 1963. Segundos después de las 12:30 pm, Kennedy recibe tres impactos de bala: uno en el cuello, otro en la espalda y el que lo mató, en el cráneo.
2.- A la 1:00 pm fue declarado muerto.
Tenía sólo 46 años.
3.- A la 1:20 pm, aproximadamente, es detenido Lee Harvey Oswald.
4.- Durante la tarde, el vicepresidente Lyndon B. Johnson jura como presidente en el avión que trasladaba los restos de Kennedy. Como testigo del dramático juramento estuvo presente Jackie Kennedy. No tuvo tiempo ni para cambiarse el mismo vestido rosa, manchado de sangre, que llevaba cuando fue asesinado su marido.
5.- 24 de noviembre de 1963. Tras pasar dos días en el cuartel general del FBI en Dallas, negando la autoría del tiroteo y diciendo que era víctima de una trampa, de la que no aportó más datos, Oswald es herido de gravedad de un tiro cuando era trasladado a prisión. Fue asesinado por Jack Ruby, quien se puso frente a él durante su tumultuoso traslado y le disparó en el abdomen. Ironía del destino: murió en el mismo hospital de Dallas donde falleció Kennedy.
6.- 29 de noviembre de 1963. El nuevo presidente pide al secretario de Justicia, Earl Warren, que cree una comisión de investigación.
7.- 24 de septiembre de 1964. La Comisión Warren concluye, en 889 páginas, que Oswald fue quien disparó contra el presidente y lo hizo solo, sin haber conspirado con nadie. De igual manera, Jack Ruby mató al asesino de Kennedy movido sólo por su deseo de vengar el asesinato del presidente.