Reportan más a niñas extraviadas según autoridades

CIUDAD DE MÉXICO, 8 de abril.- Del 1 de enero al 31 de diciembre de 2011, el Centro de Apoyo de Personas Extraviadas y Ausentes (CAPEA) de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF) recibió tres mil 854 reportes de ausencia o extravío.

De ese total, en mil 759 casos se trató de menores de edad, lo que representa poco más del 45 por ciento.

La subprocuradora de Atención a Víctimas del Delito y Servicios a la Comunidad, Sulma Eunice Campos Mata, explicó que del total de reportes de extravío relacionados con menores de edad, las mujeres son la mayoría.

Para el caso de menores de cero a seis años, el año pasado se reportó la ausencia o extravío de 37 varones y 42 mujeres; en el rango de los siete a los 12 años hubo reportes de 91 varones extraviados y de 82 mujeres.

Las cifras aumentan para el rango de los 13 a los 17 años y de mil 507 menores que se ausentaron o extraviaron el año pasado, 402 fueron varones y mil 105 fueron mujeres.

“De estos reportes muchos terminan sólo en apoyos a la ciudadanía o en orientaciones, debido a que al paso de las horas es encontrado el familiar y sólo un porcentaje se sigue mediante una averiguación previa”, comentó Campos Mata.

En menores, se iniciaron el año pasado 594 averiguaciones previas, y en 468 casos se recuperó de manera inmediata al menor extraviado, culminando con el no ejercicio de la acción penal.

La subprocuradora de la PGJDF comentó que estos datos reflejan una efectividad por parte del CAPEA, para los casos de menores, del 78 por ciento.

Lo anterior tomando en cuenta que, en muchos de los casos, no se llega al Centro, ya que ante un rápido hallazgo de la persona extraviada se elabora sólo un reporte.

Del 1 de enero al 6 de marzo de 2012, el CAPEA ha atendido un total de 90 casos en donde se inició una averiguación previa por ausencia o extravío de niñas, niños y adolescentes, de las cuáles en 48 casos se culminó con la recuperación inmediata del menor y, por ende, en el no ejercicio de la acción penal.

La efectividad de recuperación durante los tres primeros meses del presente año es de 53 por ciento.

“El porcentaje de las niñas es más elevado y tiene que ver con muchos factores. Hay una mayor violencia, en ocasiones también las jóvenes abandonan la escuela para iniciar vida de pareja, algunas chicas se van con el novio, también tiene que ver con las redes sociales”, detalló Campos Mata.

Alerta Amber es un nuevo programa de la PGJDF que trabaja en la recuperación de menores y que cuenta con varias peculiaridades que lo hacen único.

Sólo se utiliza con menores en la Ciudad de México, y se necesita que existan datos que adviertan de un peligro inminente para la víctima. Ya funciona, pero las autoridades buscan mejorarlo.

“Estamos a punto de firmar convenios de colaboración con los medios de comunicación para el caso de Alerta Amber”, explicó la subprocuradora de Atención a Víctimas del Delito de la PGJDF, Campos Mata.

Luego de que se presenta el reporte de extravío, en las oficinas del CAPEA en la colonia Doctores, se lanza la alerta y la policía, cuerpos de emergencia, albergues e incluso medios de comunicación se enteran al mismo tiempo, con el fin de localizar al menor de manera inmediata.

Novedad

La Procuraduría capitalina aplica desde el año pasado la Alerta Amber para la localización de menores extraviados:

La alerta comenzó a operar en 1996, en Estados Unidos, después de que la menor Amber Hagerman fue secuestrada y asesinada en Arlington, Texas.

Se trata de un esfuerzo interinstitucional, que comenzó a operar en noviembre del año pasado en la Ciudad de México, para recuperar niños o adolescentes en situaciones de riesgo.

El 9 de diciembre, la PGJDF recuperó por primera vez a un menor de 12 años extraviado, a través de esta alerta.

Excélsior colabora

>Desde hace seis años, El Periódico de la Vida Nacional, apoya a las autoridades en la localización de personas extraviadas.

En la página 2 de la sección Comunidad, diariamente se publica la fotografía de alguna persona desaparecida, con el ánimo de lograr su ubicación.

El Centro de Apoyo de Personas Extraviadas y Ausentes (CAPEA) de la Procuraduría capitalina, tiene ese objetivo desde su creación el 3 de octubre de 1990.

Sulma Campos Mata, subprocuradora de Atención a Víctimas de la PGJDF, detalló cómo se trabaja.

“Se cuenta con un área de trabajo social, de sicología y medicina que complementan las acciones del Ministerio Público (MP); no sólo se investiga, sino que se atiende a la víctima o el manejo del duelo de los familiares que se presentan a denunciar”, detalló.

El CAPEA cuenta con tres turnos y trabaja los 365 días del año, las 24 horas del día.

Las autoridades buscan desmentir el mito de que una persona sólo puede ser buscada 72 horas después de su desaparición.

“Para iniciar una averiguación previa es importante que las personas sepan, y que se acabe con esta mala información, de que hay que esperar determinadas horas para iniciar la averiguación previa.

“Hemos estado erradicando poco a poco esa información, para nosotros como autoridad las primeras horas son de mucha relevancia para obtener mayores datos respecto a la localización de la persona”, dijo la subprocuradora.

Cuando una persona acude al CAPEA, el MP la entrevista y canaliza a Trabajo Social donde se recibe la fotografía de la persona extraviada o ausente y se toman los datos primordiales.

Posteriormente se realiza un rastreo en las agencias del MP cercanas a la zona de la desaparición, se habla a Cruz Roja, hospitales, albergues, a Locatel y al Servicio Médico Forense.

Si no hay éxito se elabora un fotovolante y lo que comenzó como un reporte se convierte en una averiguación previa.

En el caso de los adultos, con la ayuda de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores, se revisan las cuentas de la persona ausente para revisar sus movimientos.

Comparten la aventura

Katy y Sofía eran las mejores amigas, estudiantes de secundaria que siempre estaban juntas y su promedio escolar era inmejorable.

En casa su comportamiento era ejemplar; sin embargo, un día de febrero ya no regresaron de su escuela, ubicada en la Ciudad de México.

Las madres comenzaron a llamar a los teléfonos celulares de las jóvenes de manera insistente, se comunicaron entre ellas y se percataron que las dos habían desaparecido.

Las horas pasaban y la angustia crecía. Pasó un día entero.

Una pequeña niña, la nieta de la trabajadora doméstica que laboraba en casa de Katy, dio la primera pista. Encontró una carta que entregó a su abuela y ésta a su patrona: “Me voy de la casa, quiero alejarme un tiempo”, fue el mensaje.

Continuaron llamando a sus números de teléfono celular hasta que Katy contestó diciendo: “Estamos bien y estoy a punto de dormirme”, y colgó.

La madre sospechó que habían escapado al interior de la República.

La Procuraduría del DF, a través del CAPEA, comenzó la búsqueda y obtuvo los videos de vigilancia de las centrales camioneras, en uno de ellos se observaba a las dos adolescentes subiendo a un camión con destino a una ciudad del bajío.

Posteriormente, la empresa de telefonía celular precisó la ubicación de uno de los aparatos. Se solicitó el apoyo de policías federales, quienes encontraron a las dos jóvenes en un hotel donde dormían plácidamente.

Ambas fueron llevadas con sus padres, continúan estudiando y siendo las mejores amigas.

El galán y la quinceañera

Era la gran noche de Jennifer. Todo estaba listo para su festejo de 15 años.

La familia echó la casa por la ventana, invitó a parientes y amigos, incluso a Jennifer le permitieron invitar a un joven que conoció a través de una red social, quien fue hospedado en el domicilio familiar.

Juan vivía en la frontera y tenía 19 años, y Jennifer estaba enamorada de él.

El joven era seguro, sabía lo que quería y aparentaba tener mucho mundo, además vino desde su lugar de origen sólo para estar con ella.

La fiesta terminó, la familia regresó a su casa y Juan los acompañaba.

Horas antes el joven le había propuesto a Jennifer que escaparan juntos, para vivir en el norte del país.

Por la madrugada los dos jóvenes salieron del domicilio de los padres de Jennifer y huyeron.

En la mañana la casa de la quinceañera era una locura, al confirmarse que había desaparecido junto con el desconocido.

En el CAPEA comenzó la investigación, los videos de vigilancia de una central de autobuses detallaron cómo los jóvenes subían a un camión con destino al norte. Las autoridades federales fueron alertadas y colocaron un retén carretero.

Fue en una ciudad de San Luis Potosí donde la policía encontró a los dos jóvenes. Ambos fueron llevados a sus respectivos domicilios.

Hoy Jennifer sigue estudiando y tiene prohibido ingresar a redes sociales de internet.

Escapó para evitar ser castigada

Viviana, de 13 años, estaba sobre aviso: si volvía a reprobar una sola materia, su teléfono celular y su computadora portátil, le serían castigados.

A pesar de las advertencias, la adolescente de clase media volvió a fallar y reprobó varias asignaturas.

Y como reza la canción: “Antes muerta que sencilla”, la joven decidió que no podía vivir sin esos dos aparatos.

Al llegar la medianoche salió de la casa y se refugió con una amiga, quien ya la esperaba e incluso les había mentido a sus padres para que la recibieran.

Viviana dejó una nota en su cuarto: “Reprobé varias materias en la escuela, pero no quiero que me quiten mi teléfono y la computadora y mejor decidí irme para siempre”.

Por supuesto los electrónicos tampoco estaban.

En la escuela las compañeras de Viviana se solidarizaron con su causa y no dijeron ni una sola palabra,pero la adicción de Viviana a las redes sociales la traicionó.

Gracias a sus ingresos a internet las autoridades de CAPEA lograron rastrear el domicilio donde la joven se alojaba.

Las autoridades recuperaron a la menor.

Ahora Viviana tiene que ir los sábados a la escuela para regularizarse. El teléfono y la computadora le fueron retirados, y sus cuentas en las redes sociales fueron canceladas.

Cuando el amor se acaba

Fernanda simplemente desapareció. Abandonó, junto con su bebé, el hogar donde vivía con su pareja.

Pasaron los días y el hombre con el que vivía decidió ignorar el asunto, y nunca acudió a denunciar la desaparición.

Fue el hermano de Fernanda, quien ante la indiferencia de su cuñado, decidió acudir al Centro de Apoyo para Personas Extraviadas y Ausentes (CAPEA).

Antes las autoridades, el denunciante afirmó que sospechaba que su hermana había escapado, debido a la violencia física a la que era sometida por su pareja.

Las autoridades citaron a la pareja de Fernanda para aplicarle pruebas sicológicas y confirmar que efectivamente se trataba de una persona iracunda, intolerante y violenta.

El sujeto sólo le dijo al Ministerio Público: “Si ella se fue, es por algo”.

Era necesario ubicarla y verificar la salud de la mujer y de su bebé.

Una amiga de la mujer dijo a los investigadores que ella hablaba constantemente de otra relación.

Al ser localizada Fernanda estaba feliz y su bebé estaba sano.

Explicó que de haber regresado a su casa en el DF su concubino la hubiera matado a golpes. “Aquí me siento segura, y mi pareja me quiere mucho”, dijo Fernanda.

En busca de su ídolo

Toño, de 12 años, vive en una ciudad del norte del país. Su pasión es el pancracio. Ese momento en donde los luchadores entrelazan sus brazos e intercambian llaves y golpes, es su favorito.

A la ciudad de Toño llegó el espectáculo de la lucha libre. Sus padres lo llevaron y pudo tomarse una foto con su luchador favorito.

El menor colocó la imagen en su cuarto, aseguraba que además de su ídolo era su amigo.

Toño, quien padece un pequeño déficit neurológico, olvidó tomar su medicamento para la ansiedad y depresión.

Se enteró que su ídolo lucharía en la Ciudad de México y, sin la ayuda de la medicina, decidió que era buena idea ir en su búsqueda ya que seguro se acordaría de él.

Con poco dinero en la mano, cuando salió de la escuela abordó un camión que lo trasladó hasta la capital del país. Cuando su mamá llegó al colegio nadie sabía nada de Toño.

Su hijo no aparecía y decidió ingresar a una red social en internet que sabía que Toño utilizaba, ahí encontró un mensaje:

“Mamá te extraño, no te preocupes por mí, vine al DF a ver a mi amigo.”

De inmediato se avisó a la Procuraduría del DF. La búsqueda fue inmediata y los resultados positivos.

Los policías capitalinos lograron la ubicación del pequeño. Deambulaba por el centro de la ciudad, buscaba la arena donde lucharía su amigo.

No logró ver a su ídolo, pero sí fue entregado a sus padres, quienes se habían traslado al DF a buscarlo. Hoy Toño está bien y regresó a su casa donde ve a su ídolo sólo por televisión.

Huye de la violencia

Un hombre acudió a las oficinas del Centro de Atención a Personas Extraviadas y Ausentes (Capea), en donde informó de la desaparición de su esposa y sus dos hijos.

Se inició el protocolo de búsqueda sin encontrar indicios de la mujer y los menores.

Durante la investigación se corroboró que sólo uno de los hijos del denunciante era propio, el otro lo había procreado Mary con otro sujeto.

Se estableció que la mujer sostuvo una relación con el padre de su primer hijo, a quien dejó debido a que la maltrataba.

Sin embrago, Mary decidió iniciar una nueva relación, ahora con el sobrino de su ex pareja con quien procreó a su segundo hijo. Pero la mujer no había escapado de la violencia, su nueva pareja también la maltrataba.

Las investigaciones revelaron que la mujer tenía familia en una ciudad del bajío. Elementos de la Policía de Investigación se trasladaron al lugar y encontraron a la mujer viviendo en la casa de un familiar.

“Huí de la violencia, los padres de mis hijos me maltrataban, mi vida era un infierno”, dijo a las autoridades.

Declaró que decidió escapar cuando uno de los padres de sus hijos amenazó con quitárselos.

Hoy, Mary es atendida y apoyada por el Sistema de Atención a Víctimas de la Procuraduría capitalina, acude a consultas sicológicas y vive con sus dos hijos protegida por las autoridades.