Por: Manuel Narváez Narváez
Mnarvaez2008@hotmail.com
La muerte de dos ejemplares panistas parece no ser suficiente para que la jauría desatada por encontrar cobijo en el consejo estatal, les ofrezca, a lo mucho, honrar sus memorias.
Acción Nacional ha vivido una decena trágica, los últimos diez días resultaron verdaderamente aciagos. El asesinato del alcalde de La Piedad, Michoacán, la muerte de Francisco Blake, secretario de gobernación, el suicidio de un alcalde en el estado de Veracruz, el accidente que le costó la vida a Memo Campos, delegado de Condusef, y la dolorosa derrota de la candidata al gobierno michoacano, enlutaron la panismo de todo el país, y ampliaron la incertidumbre sobre los comicios de 2012.
Ciertamente son tiempos muy difíciles para el partido en el gobierno, más complicados aun por la tremenda cuesta arriba que debe enfrentar con miras a la sucesión presidencial.
Erigido en la doctrina humanista, cimentado en los principios de respeto a la dignidad de la persona y flanqueado en la ética política, el PAN se bate entre la supervivencia de sus postulados y apostolados, y la voracidad personalísima de una generación dominada por la ambición.
Los acontecimientos recientes de la decena trágica deberían ser motivos suficientes para abrazar la reflexión y cobijar la humildad. En los momentos difíciles es cuando se pone a prueba la condición humana, es ahí donde se conoce el material de que estamos hechos.
No basta con expresar solidaridad, condolencias o asistir a los cotejos fúnebres con el afán de hacer acto de presencia, para notarse, para sentirse, para llamar la atención por lo que pueda ofrecerse. Se acude con discreción y con el corazón abierto a consolar el dolor de los que se quedan y honrar a los que se van.
Honrar es la descripción adecuada para definir la solidaridad y el respeto que debemos a quienes nos unieron causas y convicciones. Pero estoy cierto que eso es lo que menos prevalece cuando la codicia por el poder convierte en pasarela de alfombra negra los servicios fúnebres, para figurar, para cumplir.
Inmersos en la renovación del consejo estatal del PAN, la “conciencia” del partido, más de un centenar de aspirantes registrados en el padrón de miembros hicieron cualquier cantidad de malabares para estar en la recta final, en la Asamblea Estatal próxima a celebrarse en diciembre, en la que cien consejeros serán escogidos por poco más de mil “delegados” con derecho a voto.
Seducidos, algunos, no todos, por las canonjías o la divisa que puede representar ser “consejero”, queman sus naves y apuestan lo que tienen para acceder al espacio soñado. Sin más trayectoria que haber repartido propaganda, algunos, por el hecho de ser amigo o pariente de alguien con militancia prolongada o simplemente por haber sido invitado a trabajar en un espacio público, se agolpan para ingresar al paraíso de las “decisiones”.
Limitados de pensamiento doctrinal, vacios de contenido e ignorantes del debate, el consejo estatal está seriamente amenazado de ser asaltado por gente sin más compromiso que el de devengar un ingreso, directamente desde las estructuras partidistas, o bien, para conservar el que se obtiene de la ubre gubernamental.
Invocando las referencias coloquiales de Vicente Fox durante la campaña presidencial de 2000, al aludir a los enemigos de México (tepocatas, víboras prietas, etc), el consejo panista tiene las puertas abiertas con el peligro que cuelen trepadores, vividores, chapulines y trapecistas.
Nombres?, están detrás de las “listas” que deslizan a diversas columnas de Juárez y Chihuahua, las que por cierto, se envían en cadenas sin que el remitente cuide siquiera que la redacción sea distinta a la que reciben sus colegas. A qué cubil pertenecen?, pos al que resulta ganador según el contenido de las “listas”, es decir, al grupo dominante que administra los 60 millones de pesos anuales del partido.
P.D. Qué triste lo sucedido a los compañeros que se nos adelantaron en el camino, pero más triste resulta que en vez de honrarlos, la codicia ensombrezca los tiempos de reflexión. Estamos a meses de la elección presidencial y no veo por ningún lado asomo de prudencia o voluntad por cambiar el estado actual de las cosas.