Vendía en la calle; ya es empresario

Ricardo pertenece a una familia de comerciantes; su papá era vendedor semifijo en La Merced y de él aprendió a trabajar en la calle

Hace 20 años era vendedor ambulante, de ropa como bermudas y shorts; hoy, como empresario, va y viene a China en busca de proveedores de mochilas y bolsas que vende de mayoreo en un local de la calle Colombia, en el Centro.

Ricardo pertenece a una familia de comerciantes; su papá era vendedor semifijo en La Merced y de él aprendió a trabajar en la calle. Creció vendiendo una cosa y otra, chacharitas, -dice- hasta llegar a ser uno de los miles de agremiados de la fallecida Guillermina Rico, entonces la líder más poderosa del comercio informal en el Centro Histórico, en la era de Manuel Camacho Solís como regente de la ciudad, entre 1988 a 1993.

Egresado de la carrera de Ingeniería Civil, prefirió los negocios. Su persistencia lo transformó de ambulante del Centro Histórico a importador de sus propias mercancías en China, donde ha ido en más de diez ocasiones.

Tiene más de 50 años de edad y relata la historia que lo convirtió en prominente vendedor de bolsas y otros artículos asiáticos.

«Me acuerdo de aquel levantón, (1991) uno de los más fuertes, nos dijeron: ‘en 15 días se levantan todos’, estábamos temerosos, nos preguntábamos: ‘¿qué vamos a hacer?’, ‘sólo 15 días se levantan y no pasa nada’, nos dijeron. El día que supuestamente podíamos ponernos, nos dijeron: ‘¿saben qué?, ya no se va a poder, ya no más calle».

Fue entonces que dejó la calle de Colombia y se instaló en un local de un amigo, en la calle Perú, donde la gente no pasaba. Esperó seis meses, tiempo razonado para ver si funcionaba o salir al menos «a mano», pues de lo contrario era mejor retirarse, ya que el local podría acabar con un comerciante sin experiencia.

«En la calle no se paga nada, en el local se paga contador, renta, trabajadores. Estuvimos en el local, vendiendo lo que teníamos en la calle, pero en un tiempo nada y fue que llegaron los primeros chinos, hace 15 años -ahora todo está lleno- con su poco español preguntaban qué queríamos los mexicanos», narra.

Antes era ir a la frontera del norte o a Los Ángeles a comprar mercancía, eso sí, de mejor calidad que los actuales que vienen de China, pero ahora ya nada es de contrabando.

En su historia, la clave fue la ayuda de una mujer china con la que trabajó como distribuidor; lo invitó a ese país asiático y lo asesoró, incluso en los primeros viajes le pagó todo para que la acompañara al mercado central en la comunidad de Yiwu, donde todo es «baratísimo». Es un gran mercado como La Merced pero de cuatro niveles. Era un pueblito donde se establecieron fábricas y comenzó a crecer como ciudad y de ahí sale la mercancía a Sudamérica y Europa.

Afirma que después de lo que ha vivido, ya no regresaría a vender a las calles, pues ha prosperado como establecido y gracias a China.

Armando Becerril, líder de comerciantes de la calle de Colombia, afirma que México ha dejado de ser productor y que el 95% de las mercancías que se ofrecen en el Centro son de exportación.

«Todo lo demás es chino, coreano e hindú, pues se han dado demasiadas facilidades a ciertos grupos para que traigan mercancías a mejor precio.

«Los extranjeros llegaron primero, siendo los distribuidores de los ambulantes y hoy son los dueños del mercado», afirma el dirigente.