MADRID.— Guillermo Rodríguez, empresario mexicano de 65 años, es uno de los pasajeros que viajaba en el vuelo 002 de Aeroméxico que despegó el martes del aeropuerto de Madrid-Barajas, pero se vio obligado a regresar después de que la cola del aparato golpeara con la pista.
En el accidente, dos aeromozas tuvieron que ser atendidas en el Hospital Ramón y Cajal de Madrid por una lesión en el cuello y crisis de ansiedad.
En entrevista con EL UNIVERSAL, Rodríguez, quien viajaba en la parte delantera del avión, dice que tanto él como su mujer pasaron “muchísimo miedo”, y que cuando las mascarillas de gas saltaron de repente, pensó que se morían.
“En el momento de despegar oímos un golpe muy fuerte, sentimos que el avión bajaba y después ascendía, y vimos que el piloto tenía dificultades para maniobrar. Y después de media hora de estar volando y llegar a la altura de crucero: a 10 mil pies, en lugar de regresar a Madrid ya que llevábamos el fuselaje roto, el piloto siguió volando hacia México”, relata Guillermo Rodríguez.
Sin embargo, cinco minutos después de alcanzar la altura de 10 mil pies el avión se despresurizó y automáticamente se bajaron las mascarillas de oxígeno “y todos nos pusimos muy nerviosos porque intuíamos que algo pasaba, pero nadie nos informaba de nada”. Fue entonces cuando los pasajeros vieron cómo las aeromozas “corrían con unos tanques de oxígeno para atrás, y empezó a oler bastante diferente”, prosigue.
Rodríguez cuenta que pese a la falta de información y a la gravedad de la situación, la mayoría de los pasajeros mantuvieron la calma. “Sólo algunas personas se pusieron a llorar, pero nadie fuera de sí”, asegura.
“Quizá fue peor cuando llegamos a Madrid y vimos los daños en el avión. Entonces la gente se puso muy nerviosa al pensar lo que nos podía haber ocurrido de haber seguido volando. Unos se pusieron a gritar y otros a hacer fotos. Y yo me di cuenta de que allá arriba y a la velocidad que viajan los aviones, con lo dañado que estaba el nuestro, se hubiera desintegrado y se hubiera caído al mar”.
“Pasamos muchísimo miedo, pensamos que nos moríamos”, asegura. “Yo vuelo con mucha frecuencia, toda mi vida he volado, y nunca había pasado tanto miedo en mi vida. Ahora sólo estoy deseando regresar a México y olvidar lo ocurrido”, confía.
También Luis Gascón, un comerciante de 39 años, quien viajaba en el asiento número uno del avión con su madre y su prima después de haber pasado 10 días de vacaciones con ellas, reconoce que pensó que se morían.
“Durante el vuelo no nos avisaron de nada de lo que pasaba pese al fuerte golpe al despegar. Y sólo cuando saltaron las mascarillas el piloto nos gritó muy nervioso que nos las pusiéramos”, relata.
“Yo vi las caras de pánico de las aeromozas y me di cuenta de que algo muy grave estaba pasando”, relata.
“La gente logró mantener la calma e incluso aplaudió al aterrizar, pero cuando desde la ventanilla del avión vimos los daños del aparato, el fuselaje completamente roto, ahí sí muchos se pusieron nerviosos y se mostraron indignados por lo que había ocurrido”, añade Gascón.
Relata que después de bajarse del avión tuvieron que esperar dos horas para recoger el equipaje y luego otras horas más hasta que las dos únicas personas que había en el mostrador de Aeroméxico para atender a los 250 pasajeros, les ubicaron en un hotel cercano al aeropuerto, que se encuentra a las afueras de la ciudad, y les explicaron los derechos que tenían: alojamiento en dicho hotel y desayuno y cena. Pero ni la comida, ni los transportes en el caso de que quieran ir al centro a pasear, ni tampoco una indemnización por el trastorno causado.
Además, muchos de ellos no podrán viajar hasta el viernes pese a que su vuelo salía el martes, porque no hay plazas disponibles hasta esa fecha.
El avión logró aterrizar sin incidentes aunque en precaución ya se había activado la alerta local en Barajas, que moviliza a los bomberos y otros servicios de emergencia. Sin embargo, un Airbus de Air Europa que tenía previsto despegar después, chocó con los restos de fuselaje del avión de Aeroméxico y pinchó una de sus ruedas delanteras.
Según informó AENA (Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea), la Comisión de Accidentes e Incidentes de Investigación Civil ha abierto una investigación formada por dos personas quienes tratarán de averiguar lo sucedido. En unas semanas emitirá un dictamen sobre estos hechos.