Viejo Proyecto, Rescate del Centro y Cierre de Calle Díaz Ordaz

  • Aún cuando el presidente municipal, Salvador González dio marcha atrás en el proyecto original de cerrar parte de la Díaz Ordaz, el tema sigue siendo polémico
  • El primer intento de cerrar dicha arteria data de 1978, se le atribuye a Guillermo Wulff Zein

Por Mauricio Lira Camacho

Viejo proyecto, rescate del centro y cierre de calle Díaz Ordaz.

Aún cuando el presidente municipal, Salvador González dio marcha atrás en el proyecto original de cerrar parte de la Díaz Ordaz, el tema sigue siendo polémico.

Cabe destacar que el primer intento de cerrar dicha arteria data de 1978, y se le atribuye a Guillermo Wulff Zein.

De acuerdo con información que ha sido recabada por este medio, con diversas personalidades del centro de la ciudad, pertenecientes muchas de ellas a familias de tradición y abolengo, forjadores de este primer cuadro de la ciudad el proyecto que presenta Salvador González, presidente municipal de Puerto Vallarta, no es original ni novedoso, tiene antecedentes.

En entrevista informal con algunos actores, se ha dicho que ha causado sorpresa en algunos saber que el proyecto de convertir el área del Malecón en zona comercial al aire libre data de 1978.

Lo que hizo el equipo de profesionistas de “Vallarta Somos Todos” fue apropiarse de la vieja idea y presentarla de manera muy adecuada  como si fuera suya, utilizando los elementos técnicos actuales.

El plan que elaboraron abarca más que el asunto del Malecón. Porque en aquellos puntos sí manifiestan creatividad propia, hay planteamientos nuevos y puntos interesantes a considerar.

Se dijo que el autor de la idea de cerrar la calle Díaz Ordaz fue del Ing. Guillermo Wulff Zein (q.e.p.d.) hombre inquieto, también incursionó en el negocio de restaurantes.

En ese tiempo tenía uno sobre la calle Díaz Ordaz, una cuadra antes que el legendario Carlos O’Briens.

Como las ventas no eran las que quería, lo atribuyó a que la gente ni se fijaba en su restaurante por pasar de largo en automóviles.

Si, en cambio,  la gente caminara, entraría más a su negocio, aparte de que también vendería en las mesas con sombrilla puestas en lo que había sido banqueta.

Los demás restaurantes  de la calle también aumentarían sus ventas de igual manera. Sin embargo, se conservaría un carril, pegado al Malecón, por el que estarían circulando continuamente combis gratuitas a partir de la calle 31 de Octubre hasta el hotel Río, donde darían la vuelta para regresar por Juárez a 31 de Octubre.

Es el mismo objetivo que presentó “Vallarta Somos Todos” como segunda opción (que en la realidad era la que querían lograr; la primera opción, en la que se conservaban dos carriles.)

Sin embargo, la versión de “Vallarta Somos Todos” es una mala copia en varios puntos importantes.

Se expuso que primero, en que se rebaja el Malecón para que queda a la misma altura de la banqueta de la calle Díaz Ordaz, incrementando la peligrosidad de un eventual ciclón.

Segundo, en que el carril de circulación se reserva para taxis, el más caro de todos los transportes.

Tercero, en que el uso del taxi se vuelve obligatorio para quien no quiera o no pueda caminar.

Cuarto, en que el Malecón se reduce de anchura; El Ing. Wulff y el Arq. José Díaz Escalera presentó el proyecto al Gobernador Flavio Romero de Velasco en  una comida en el hotel Garza Blanca.

El proyecto se completaba con dos edificios para estacionamiento de vehículos particulares, ambos de cuatro niveles.

Uno estaría en la manzana contigua al hotel Rosita y al parque Hidalgo, sobre la calle 31 de Octubre (propiedad entonces de la familia del coronel Chapa. Ahora está allí el Mall-Vallarta).

El otro quedaría en la manzana entre el hotel Río y el río Cuale (Ahora están allí el centro Comercial “Viejo Vallarta” y el tianguis propiedad de la familia Zárate).

Al Gobernador le interesó el proyecto y ordenó que se hicieran estudios de factibilidad. Después de hacer todos los aforos y encuestas que consideraron necesarios, los expertos en movilidad urbana concluyeron que sí era posible cerrar la calle Díaz Ordaz sin que se afectara a Puerto Vallarta.

El Gobernador dio entonces luz verde al proyecto; y como eran los propietarios de las fincas quienes deberían financiarlo por ser ellos los supuestos futuros beneficiados, se encargó el asunto al Consejo de Colaboración Municipal, presidido en aquel entonces por el Ing. Gabriel Igartúa (q.e.p.d.).

Pero, por más reuniones y presentaciones que hubo, los propietarios no se convencieron. Pesó mucho en su decisión el caso del Carlos O’Briens: un restaurante situado en las mismas condiciones que el del Ing. Wulff, pero con ventas estratosféricas.

Evidentemente, Carlos O’Briens no necesitaba que se cerrara la calle para tener éxito comercial, ni le afectaba que la gente pasara de largo en autos, pues la mejor publicidad es la recomendación de otros clientes, no el estar en un sitio peatonal. Pipi´s y otros restaurantes demostrarían después que  ni siquiera se necesita estar frente al Malecón  para tener éxito.

Se dijo en charla informal, vale la pena comentar algo sobre el estudio técnico que hicieron los expertos en movilidad de 1978. A la hora de analizarlo, se descubrió que, aunque era apantallante por los datos expuestos y la manera de presentarlos…no consideraron varios factores que se daban en el centro como, por ejemplo, las paradas que debían hacer  los  camiones urbanos para subir y bajar pasaje, los movimientos de las camionetas de reparto de mercancías, el recorrido de los camiones de basura. Obviamente, no consideraron tampoco los entierros, que en aquel tiempo se hacían a pie por la calle Juárez.

E igual que los expertos de ahora, los de entonces no tomaron en cuenta la entrada y salida de alumnos de las escuelas 20 de Noviembre y Teresa Barba, que no son añadidos que se puedan quitar para hacerlos negocios turísticos, sino que forman parte de la identidad de Puerto Vallarta como lo forman en París las escuelas del Barrio Latino; no consideraron las peregrinaciones, ni los desfiles, ni las eventuales urgencias (un incendio, explosión, accidente vial, ataque cardíaco).

Ni siquiera consideraron el tiempo que lleva el que se estacione el que va delante de mí o el dejar el paso a un peatón.

Contaron los autos que entraban y salían del centro, y concluyeron que se podía cerrar el paseo Díaz Ordaz.

Pero no tomaron en cuenta el espesamiento del tráfico en el centro, causado por el comportamiento de automovilistas, camiones y peatones.

Por lo que se refiere a la Presidencia Municipal, como habían convencido al Gobernador de la bondad del proyecto de cerrar la calle Díaz Ordaz, colaboró en lo que le tocaba, pero sin involucrarse más, ni  tomarlo como proyecto propio, pues estaban seguros que los expertos en vialidad habían sorprendido la buena fe del Gobernador, interpretando como una orden su deseo de apoyar el proyecto si era viable.

Acotaron ciudadanos que esta es otra diferencia notable con el actual proyecto de  Vallarta Somos Todos. Hasta la sesión de cabildo donde el Presidente Municipal dijo que el proyecto no era suyo sino del Gobernador Emilio González Márquez y de la Secretaría de Turismo de Jalisco, todo mundo había entendido lo contrario, incluso la prensa oficialista que calificó la oposición razonada al proyecto como  proveniente de los dueños de Vallarta, como un encono contra este proyecto impulsado por Salvador González Reséndiz.

 

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