* De las pesquisas realizadas se estableció que el ahora muerto, tenía serios problemas con su hijo al que le decía que era un inútil y que no servía para nada.
Por la Redacción
La Delegación Regional de la Procuraduría de Justicia del Estado en Puerto Vallarta, informó de la sentencia impuesta a un parricida que en enero del año pasado asesinó a balazos a su progenitor.
El sentenciado es Walter Luis Arias Servín, de 31 años, quien fue procesado por el parricidio de su padre, José Luis Arias Anaya.
Las investigaciones iniciaron el 18 de enero de 2009, cuando fue hallado sin vida y en avanzado estrado de putrefacción el cuerpo José Luis Arias, de 51 años de edad, en el interior de su domicilio de ubicado en el número 221 de la calle Paseo del Palmito, colonia Paseos Universidad II, en Puerto Vallarta.
Estaba envuelto en una colchoneta, cubierto con una sábana y cubierto con plásticos y atado con cordeles, además de que había lagos hemáticos y desorden en la finca.
Con el examen forense se pudo acreditar que presentaba cuatro heridas de arma de fuego en el cráneo y una en el rostro.
Luego del hallazgo del cadáver las sospechas recayeron en Walter Luis Arias Servín, quien dejó algunos correos y mensajes telefónicos a su esposa donde se despedía sin explicar los motivos.
De las pesquisas realizadas se estableció que el ahora muerto, tenía serios problemas con su hijo al que le decía que era un inútil y que no servía para nada.
También fue localizado en la bodega de un restaurante del ahora muerto un recado que se pudo acreditar había sido escrito por Walter Luis Arias Servín, en el que se responsabiliza por lo ocurrido a su padre.
Con fecha 26 de mayo se pudo saber que Walter Luis Arias Servín se encontraba en la embajada de México en Panamá, donde se presentó para entregarse y solicitar su repatriación, cosa que ocurrió días después con el apoyo de la Interpol.
Al ser interrogado sobre el crimen, el acusado reconoció plenamente ser el causante y refirió que desde que recordaba, su padre lo sobreprotegía aún después de casado y siempre le decía qué tenía que hacer y que era un fracasado, por lo que estaba harto pues incluso lo hacía delante de sus amigos.
Indicó que en un viaje que hizo a los Estados Unidos compró una pistola calibre .22 y el día del homicidio, el 12 de enero de 2009, la cargó con cinco cartuchos y la dejó lista para disparar.
Agregó que fue a la casa de su padre y luego que éste lo dejó pasar le efectuó varios disparos en la cabeza, y al siguiente día regreso e intentó limpiar las manchas de sangre.
Dijo que días después volvió al domicilio para seguir limpiando y el 15 de enero lo envolvió para llevarlo a enterrar pero debido a una discapacidad (amputación mano y antebrazo derecho) que tiene no pudo hacerlo y terminó dejándolo ahí.
Luego pasó un fin de semana con su esposa y al saber que habían localizado el cuerpo huyó hacía Guerrero, luego a la frontera con Guatemala, donde intentó pasar en la camioneta propiedad de su padre, pero al no conseguirlo la vendió y se fue Tapachula, Chiapas, donde estuvo tres meses hasta que se fue a Costa Rica y de ahí a Panamá, donde se quedó sin dinero y optó por entregarse.
Walter Luis Arias Servín fue consignado ante el Juez Segundo de lo Penal de Puerto Vallarta y con las pruebas ofertadas por el Ministerio Público, fue sentenciado a una pena de 35 años de prisión, así como al pago de 197 mil 594 pesos, por reparación del daño.