SAN JOSÉ.— El presidente guatemalteco, Otto Pérez Molina, aseguró que aunque los ejércitos de México y de Guatemala tienen el “fin último” de blindar los “pasos ciegos” de la frontera entre ambos países para impedir el traslado de seres humanos y de drogas, armas y otros bienes ilícitos hacia y desde Estados Unidos, el objetivo choca con factores como la falta de recursos financieros y tecnológicos, así como con la porosidad territorial.
En entrevista con EL UNIVERSAL, Pérez anunció que en una demostración del profundo interés bilateral de sellar los sectores permeables a lo largo de los 961 kilómetros de frontera común, tiene previsto reunirse en un puesto limítrofe con el presidente de México, Enrique Peña Nieto, a más tardar en el segundo semestre de este año.
“Existe la posibilidad de que vayamos mejorando la seguridad fronteriza. Sellarla es como el fin último que deberíamos de tener. Pero para eso nos falta un camino largo que recorrer y hay que decirlo con franqueza, porque estamos compartiendo casi mil kilómetros de frontera entre Guatemala y México. Es una frontera muy extensa y esto es lo que nos dificulta”, agregó.
El encuentro entre ambos jefes de Estado “puede ser del lado de Chiapas. Está por definirse, pero creo que cualquier lugar de la frontera es importante para los dos países”, puntualizó, al informar que Peña Nieto acudirá el 30 de mayo próximo a la capital guatemalteca, para participar como orador principal en la apertura de un foro económico de inversionistas de Estados Unidos, América Latina y Europa.
La cita fronteriza, explicó, “ojalá pueda darse antes, pero si no los primeros meses del segundo semestre”.
Pérez, quien asistió a un encuentro que el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, sostuvo con los gobernantes de Centroamérica, Panamá, Belice y República Dominicana, el pasado viernes en esta capital, explicó que “es cuestión también mucho de recursos y de tecnología lograr sellar todos esos ‘pasos ciegos’ que se dan en las fronteras entre los dos países”.
“Creo que se están haciendo esfuerzos importantes. El presidente Peña Nieto es un impulsor de eso en las reuniones que hemos tenido, y él ha estado en la mejor disposición de hacer esfuerzos conjuntos y esperamos precisamente que una próxima reunión la tengamos en un área fronteriza”, dijo Pérez, en una entrevista en esta ciudad tras la despedida a Obama.
Colaboración militar
Como general en retiro que en enero de 2012 se convirtió en el primer militar que, en 26 años de democracia en Guatemala, asumió la Presidencia de ese país, luego de que la cúpula castrense “retornó” a los cuarteles en 1986 tras 32 años de mantener el control político, Pérez destacó que existe “totalmente” la voluntad de cooperación del ejército mexicano con el guatemalteco para combatir al crimen organizado.
“De verdad, hemos tenido una excelente comunicación entre los mandos militares. Ha habido la mejor disposición incluso de compartir información, de estar constantemente en comunicación y esto obviamente facilita que no sean esfuerzos separados, por un lado de las fuerzas armadas y del Ejército de México y por otro del ejército de Guatemala”, relató.
La colaboración castrense de los dos países “ha mejorado muchísimo”, agregó Pérez, de 62 años.
“Los servicios de inteligencia (de México y Guatemala) también están en constante comunicación y han estado compartiendo información que es muy valiosa para establecer una lucha conjunta en contra de todo el problema del crimen organizado, narcotráfico, tráfico de armas, de ilegales, de dólares que se dan a lo largo de la frontera”, describió.
Penetración criminal
Uno de los más graves problemas es la corrupción policial guatemalteca, confirmó. “Nos falta más avanzar en eso, porque efectivamente ese es un grave problema que por lo menos yo puedo hablar de Guatemala y sí lo tenemos: la penetración del narcotráfico, del crimen organizado en instituciones como la Policía es una realidad”, admitió.
“Y ahí hemos desarrollado planes que están impulsando en México, impulsor de estos planes para lograr pruebas de confianza, la credibilidad que se debe tener en cada uno de los agentes. Pero es difícil”, reconoció.
Pérez, uno de los negociadores de los pactos de paz que pusieron fin a los 36 años (1960-1996) de guerra en Guatemala y quien desarrolló parte de su carrera castrense en combatir a la guerrilla comunista de su país, aceptó que tras los conflictos bélicos que sacudieron a Centroamérica, en especial en las décadas de 1970 y 1980, hubo sorpresa de las Fuerzas Armadas del istmo por la violenta ofensiva de penetración lanzada por el crimen organizado desde principios de este siglo.
La delincuencia trasnacional “es un enemigo distinto”, y aunque los ejércitos son capaces de “adaptarse a diferentes situaciones”, también se “requiere tiempo”, ayuda tecnológica y entrenamiento para asumir “esas nuevas tareas”.
“No voy a decir que no es sorpresa, pero siempre es algo que no está como previsto que se fuera a dar el siguiente paso después de que nos tocó tener una guerra interna y ahora seguir con otras amenazas, como el narcotráfico, que además tienen la capacidad de ser ágiles, flexibles, y es un enemigo totalmente diferente”, concluyó.