Por: René Ibáñez
Otra vuelta más en espiral
Como ciudadanos vallartenses, no pocos desean que los funcionarios públicos actúen como tales, que funcionen quitando piedras en el camino y no como quienes las colocan cada trienio cuando se espera avanzar sustancialmente hacia un modelo de ciudad sustentable.
¿Quiénes son esos que están ahí en ese océano de egos? Todos queriendo ser “ellos mismos” a costa del tiempo y de los demás. Todos en una avalancha incontrolable, desperdigando energía y administración eficaz.
Ya hemos comentado anteriormente que trabajar demasiado no implica una alta funcionalidad de los personajes que tarde se les hace para presumir su visión, genialidad y optimo desempeño, cuando en los hechos, no hay otro resultado sino otra aburrida repetición de modelos de gobernabilidad que perpetuán altos niveles de corrupción.
¿Qué clase de noción de interpretación tendrán nuestros funcionarios cuando realizan sus obesos discursos, cuando se tambalean de sonrisas y de extraños signos filiales hacia lo que ellos dominan “su ciudad, la ciudad de todos, la ciudad por la que trabajan tan arduamente”.
Desde lo sensiblemente tangible, da la impresión que la imagen y sobre todo los hechos en el caos administrativo seguirán predominantes. Recientemente conversé con un analista que vive en Zacatecas y me sorprendió la réplica en la demagogia que se vive también por aquellos lugares. Sin duda, la porquería de gobierno en la que están inmersos la mayoría de los ciudadanos mexicanos no hace distinción de partidos en el poder, finalmente ahí está nuestra historia a la vista de todos, seguimos en pañales en temas relacionadas a la democracia y buen gobierno, como bien diría la Aristegui no hace pocos años.
Conversación privada de un político a otro
“Quien te haya dicho que ser «uno mismo» es algo muy bueno, no es necesariamente tu amigo”.
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