Una golondrina no hace verano

Por: Manuel Narváez Narváez

Mnarvaez2008@hotmail.com

Es muy aventurado echar las campanas al vuelo ante la captura de José Antonio Acosta Hernández alías “El Diego”.

Sin lugar a dudas la detención del temible criminal considerado el brazo armado de “La Línea”, o lo que era el “Cártel de Juárez”, constituye una bocanada de aire puro para la guerra no declarada oficialmente por parte del Estado Mexicano al crimen organizado y al narcotráfico. De pasadita, justifica el uso del ejército en las calles, ya que fueron ellos quienes en colaboración con la Policía Federal, arrestaron al capo.

De ninguna manera podemos hacer a un lado la participación, según se reconoce en los comunicados oficiales de la presidencia de la república, de la DEA, la agencia antidrogas de los Estados Unidos, que aportó datos relevantes que sirvieron a las fuerzas federales para detener al que consideran responsable intelectual de por lo menos 1500 ejecuciones, de las masacres de Salvárcar, allá en Juárez, y del centro de rehabilitación de la colonia Revolución, de esta capital, el año pasado; así como de dos empleados del consulado americano en la frontera juarense.

Por “El Diego” o “Blablazo”, se ofrecían 15 millones de pesos, los cuales, se especula, habrían sido la tentación de subalternos y colaboradores, para ponerlo a merced de los sabuesos que andaban tras sus pasos; sin embargo, como suele suceder en estos casos, difícilmente conoceremos a ciencia cierta si fue el trabajo de inteligencia, la estrategia de la recompensa, o ambas, las que llevaron a la captura de uno de los peores asesinos intelectuales de que se tenga memoria en México.

Resulta oficioso y es hacerle el caldo gordo a los criminales, escamotearle el mérito a las autoridades, las que hayan participado en el operativo para detener al peligroso hampón. Yo no concibo que se deba escudriñar en el rumor para descalificar la detención, con pretextos como la supuesta falta de orden de aprehensión o ceder a los trasnochados argumentos de la violación de la soberanía nacional por la participación de la DEA.

Para los ignorantes y aves de mal agüero, los tratados internacionales y los convenios de colaboración otorgan facultades al gobierno de la república, para invitar y aceptar la participación de la DEA, del FBI, de la CIA, de la Interpol, y de otras agencias internacionales, en investigaciones contra la delincuencia organizada y el terrorismo internacional. Y no datan de años recientes, sino de convenios suscritos desde 1988

Tampoco considero apropiado festinar con la captura del mafioso, porque aun falta un largo camino que recorrer para lograr la ansiada paz en la frontera y en esta ciudad capital. No olvidemos que se trata de un miembro importante dentro de la enorme estructura de uno de los muchos Cárteles que operan en el país.

Sacar a “El Diego” de las calles representa un logro para el gobierno y significa un peligroso sujeto menos en las calles; sin embargo, el organigrama al que pertenece es mucho más extenso de lo que se piensa, dada su estructura financiera y operativa, a la que se necesita desmantelar desde la raíz, para entonces, sí, celebrar el fin de una amplia red delictiva.

Como cualquier ciudadano escéptico, espero que el ministerio público federal arme bien el expediente, a pesar de las presiones de los poderosos abogados del capo y de las consecuencias que le sean acompañados, del tal suerte, que José Antonio Acosta Hernández sea juzgado y sentenciado, para que pague por el terrible daño causado a la sociedad y a la economía del estado.

Ciertamente una golondrina no hace verano, pero puede ser la señal de tiempos de buena caza. Por lo pronto, hacemos votos porque las palabras del gobernador y del presidente de México se conviertan en realidad, es decir, que la violencia y la inseguridad disminuya ostensiblemente.