La visita del Papa Benedicto XVI a nuestra patria se espera como una contribución a uno de los bienes que más anhelamos los mexicanos, la paz, aunque para fortalecer un clima de paz “y conducirnos a una vida más fraterna y solidaria, no podemos esperar del Santo Padre tácticas para combatir la violencia, sostuvo José Martín Rábago, arzobispo de León, Guanajuato.
Por su parte, José Luis Chávez Botello, arzobispo de Antequera, Oaxaca, indicó que la visita del Papa Benedicto se realizará “en un contexto de grave deterioro social, de violencia, corrupción, crimen organizado y debilitamiento de la fe en algunos católicos”.
Pese a ello, y en continuidad a las cinco visitas de su antecesor, Juan Pablo II, “el Papa Benedicto XVI viene a fortalecer la fe y la esperanza mostrándonos a Jesucristo como el Camino, la Verdad y la Vida; conocer bien a Jesucristo y seguirlo, es el camino más seguro y eficaz para restablecer la verdad, el amor y la vida auténtica”.
El Papa, abundó, va a lograr fortalecer la esperanza animándonos a seguir luchando desde la fe y el amor siguiendo a Jesucristo “démonos la oportunidad de verlo y de escucharlo desde el corazón como Vicario de Jesucristo. Por su inteligencia lúcida y su fe sólida, su palabra está llena de sabiduría y profundidad que da seguridad, ilumina la mente y mueve el corazón mostrando siempre caminos de esperanza y de amor”.
En el documento “El Papa Benedicto, mensajero de Paz”, el arzobispo Martín Rábago subrayó que lo propio del Papa Benedicto XVI “es la predicación del mensaje de Cristo y desde ahí reconstruir el corazón de los individuos y la transformación de la sociedad”.
Parte del pensamiento del Santo Padre, añadió, plasmado en sus escritos, mensajes u homilías en el sentido de tener un mundo más pacífico han dejado ver que considera, que “la gran enfermedad de nuestro tiempo es un déficit de verdad. La renuncia a la verdad y la huída hacia la conformidad de grupo no son un camino para la paz”.
A partir de esta afirmación, añadió Martín Rábago “podemos intuir que la paz se fundamenta en la verdad, la verdad primera y fundamental que es el reconocimiento de lo que somos… y solamente la valentía de reencontrar la dimensión divina en nuestro ser y de acogerla, puede dar de nuevo a nuestro espíritu y a nuestra sociedad una nueva e íntima estabilidad”.
En palabras del Papa Benedicto, añadió, para alcanzar el objetivo de construir una sociedad pacífica se debe pasar necesariamente por el reconocimiento de que somos criaturas, que no podemos pretender ser Dios mismo cuando el hombre lo intenta se transforma todo, comenzando por su relación del hombre consigo mismo, con los demás.
De ahí que no esperemos conseguir la paz manteniendo una actitud pasiva, o peor todavía, favoreciendo la mentira, la corrupción y la impunidad, la verdadera paz, sostuvo, “es belicosa, la verdad merece el sufrimiento y también la lucha y no se puede aceptar la mentira para que haya sosiego”.
Estas enseñanzas del Papa han inspirado el magisterio de los obispos mexicanos que afirmamos: “Vivimos una crisis de moralidad. Cuando se debilita o relativiza la experiencia religiosa de un pueblo, se debilita su cultura y entran en crisis las instituciones de la sociedad con sus consecuencias en la fundamentación, vivencia y educación de los valores morales”, dijo.